Postado por Ale Wajner em 21 de Dezembro de 2009 às 3:37am
Hacia un entendimiento…Redefiniendo un concepto y un accionar
Con el correr de los años, conflicto tras conflicto y guerra tras guerra, hay una cosa que respecto a Israel es cada vez más evidente: una porción de su política exterior, aquella responsable por la explicación de sus acciones, no es del todo acertada.
Aquello que en hebreo se denomina Hasbará y que se suele traducir por “Esclarecimiento” comienza a desarrollarse posiblemente luego de la Guerra de los Seis Días en 1967, cuando Israel deviene en ocupante de una porción de territorio que las Naciones Unidas habían adjudicado en 1947 a un eventual Estado palestino. Ello maduró una nueva imagen que el mundo se hacía de Israel, emparentándolo con una potencia colonial y aliada de los EE.UU., en tiempos que el planeta era testigo de la retracción de los imperios coloniales y que la Guerra Fría determinaba un maniqueísmo ideológico.
Pero el objetivo de este artículo no tiene que ver con un rastreo histórico sino con una definición presente del concepto. Y es que el primer problema que presenta el término es la ausencia de una traducción exacta al resto de los idiomas (al menos a aquellos de raíces latinas e indo-europeas) y los conflictos que generan los términos alternativos adoptados, inexactos y faltos de precisión. Si nos ubicamos en una situación de diálogo, al referirse a “esclarecimiento”, implícitamente, el emisor expresa que parte de una posición desventajosa respecto al receptor, la cual es necesario clarificar para comprenderla, ya que a priori parece equivocada. Ello trae aparejado también una noción de superioridad intelectual sobre el interlocutor, que nos sitúa en posición de poder explicarle los elementos que no le son claros. Otro de los términos que parecen aun más desacertados es el de public diplomacy, que contiene una referencia explícita a la acción de realizar diplomacia, esto es, en el mejor de los casos, una acción emprendida al servicio de un Estado, y en el peor de ellos es percibida como una “cortesía aparente e interesada” ejecutada con “habilidad, sagacidad y disimulo”. Ergo, se torna necesaria la búsqueda de un vocablo que personalice correctamente lo que se desea definir.
Debido a ello, existen dos operaciones previas que es menester realizar: por un lado, concluir cuál es el valor semántico que queremos adjudicarle al término; y para ello, enfrentarnos con el dilema de fondo, esto es, llenar de contenidos históricos el relato del conflicto árabe-israelí.
Deshagámonos por el momento de la lógica deductiva y dejemos el segundo elemento para el siguiente apartado del artículo, adentrándonos en encontrar una correcta definición de lo que se desea expresar. A juicio del autor del artículo, una aproximación correcta al término estaría dada por la búsqueda de una empatía con un interlocutor ajeno a la causa, que le permita tener una visión más profunda del conflicto y, por tanto, dentro de la complejidad que el mismo presenta, comprender las acciones del Estado de Israel.
Esta operación no debe pretender construir únicamente una imagen, sino, más bien, poner en perspectiva la complejidad del asunto, fomentando un razonamiento de matriz histórica que por su propio peso conduzca a comprender – cuando no compartir – el comportamiento de Israel.
La definición propuesta implica además un necesario ejercicio previo de autocrítica, que colaboraría con derribar una imagen de superioridad moral incondicional que la mayoría de judíos del mundo le adjudican a Israel. En realidad, la circunstancia de verse posicionado en un sitial de excesiva integridad moral le crea a Israel una situación incómoda, de la que únicamente se puede salir entrando en los temas ásperos y reconociendo equivocaciones, ya que de esta forma se lograría deshacer de una responsabilidad a priori. Ello no significaría disculparse por acciones pasadas; ese tipo de declaraciones en retrospectiva histórica son difícilmente aceptables y pueden insinuar incluso un sentido providencialista.
En dirección a las concesiones
El proceso debe volverse por tanto dialéctico, ya que la construcción de una visión sobre la cuestión debe ser profunda en el emisor, antes de poder interactuar con un posible receptor. Para ello, en una primera instancia, es necesario desplazar el foco del Sistema – El Conflicto – hacia las partes, procurando un ENTENDIMIENTO de los motivos de las mismas, y, fundamentalmente, mostrándose dispuesto a realizar concesiones morales hacia la otra parte en cuestión.
Un ejemplo de ello es, sin dudas, lo que se configuró como uno de los nudos gordianos del conflicto. Entre 1947-49 surge el problema de los refugiados palestinos, y de si fueron o no – y en caso positivo también cómo – expulsados por los israelíes o si obedecieron únicamente a un llamado del liderazgo árabe a abandonar la tierra de Palestina mientras sus ejércitos la recuperaban para la Umma. Este y otros temas asomaron en los últimos veinte años, en un nuevo panorama historiográfico israelí, de la mano de un círculo conocido como los “Nuevos Historiadores”, que suscitaron encarnizadas polémicas y procuraron remover cimientos fundacionales del Estado de Israel. Más allá de una identificación relativamente homogénea de estos con una izquierda radical presente en Israel (que discrepa en gran medida con la forma actual del Estado) y de ciertas querellas que protagonizaron respecto a la validez o no de sus fuentes, se hace difícil descartar de plano las tesis que presentan.
De esta manera, se vuelve evidente el peso que la dimensión histórica tiene en la conciencia de los involucrados en el asunto, y de allí la importancia de fomentar un discurso – según claramente expresa Shlomo Ben Ami – que, en la medida de cierto, este dispuesto a la concesión moral. Todo esto no haría más que contribuir a avanzar en la normalización del Estado de Israel, dado que en general se está dispuesto a aceptar y disculpar a cualquier organismo cuya historia cuente con episodios controversiales; pensar en su excepcionalidad – como concepto general, puesto que varias de sus características son ciertamente singulares – no contribuye a la promoción de su imagen, creándole una suerte de injustificado compromiso con la total pureza ética y carencia de equivocaciones.
Para adicionar comentários, você deve ser membro de JUDAISMO SECULAR HUMANISTA.
Respostas