La minoría ortodoxa domina a la mayoría laica en Israel

La minoría ortodoxa domina a la mayoría laica

 

De acuerdo a los datos sobre la sociedad israelí, publicados por la Oficina Central de Estadísticas, el 8% de la población se define como ”ultra ortodoxa”, el 12% dicen que son practicantes, el 13% se sitúan en la categoría de los “religiosos-tradicionalistas”, el 25% se definen como solamente “tradicionalistas” y el 42% de los encuestados se definen como laicos.
Mirando estos datos de la realidad, las cosas van a cambiar en los próximos años en Israel. No existe país democrático en que la mayoría no consiga imponer lo que quiere, y las leyes que regirán sus vidas. Hoy tenemos una democracia teocrática o sea incompleta y muy particular.
El 8 % de la población ultra ortodoxa domina amplios sectores de poder, así como del gobierno y tiene facultades de decidir sobre la vida del 92 % restante. Nadie que piense un poco puede creer que esto pueda mantenerse. Por más que hay un gran respeto en Israel por las tradiciones del judaísmo, incluso desde los sectores laicos, casi todos piensan que los derechos adicionales del sector minoritario no están justificados.
La mayoría no quiere cargar con el peso de mantener esos privilegios a costa de su trabajo, de sus aportes y sus impuestos. Casi todos piensan que no es justo que decidan sobre temas importantísimos para el país que afectan al total de la población. Sin embargo y de acuerdo al sistema electoral pero sobre todo debido a la paridad que hay en las elecciones ese 8 % inclina la balanza a un lado u otro.
En esta ocasión el primer ministro Biniamín Netaniahu como otros anteriormente ha sucumbido a la tentación de hacerse del poder por cualquier medio y cedió a las presiones de los ultra ortodoxos que se hacen fuertes en un gobierno que la mayoría no ha elegido.
Cuando un partido logre una mayoría que le permita gobernar sin alianzas seguramente comenzaran a caer los privilegios como un dominó en manos de un gran mago. Cuál será la reacción de los ultra ortodoxos en esos momentos es algo que debe pensarse. Tuvimos ya algunas muestras no muy pacíficas cuando las autoridades los contradicen aunque no tengan la razón. Esperemos que no se conviertan en la contra cara de los fanáticos islamistas.
Los judíos pensamos que los religiosos de la ortodoxia podrán estar en desacuerdo con la mayoría de nosotros pero no son violentos por naturaleza, no harán atentados ni cometerán delitos en forma corporativa. Está claro que individualmente las personas cometen infracciones pero lo importante es que no sean avaladas por su comunidad y sus líderes.
Si por algún motivo eso no fuera así nos encontraremos pronto en una situación muy problemática interna e internacionalmente. Aunque los practicantes y los religiosos tradicionalistas que suman 25 % los apoyaran no serían mayoría en el país.
Los pueblos siempre consiguen cambiar las cosas y hacer prevalecer sus deseos. La mayoría de la población de Israel, el 67 % como mínimo, no está de acuerdo con el poder que tienen las minorías sobre sus vidas. Por lo tanto, nos guste o no nos guste, esto va a cambiar muy pronto.
Veremos así cambios en la formación de las familias, cambios en los temas civiles que empezarán a tener más importancia y sus correspondientes leyes como las de todo el mundo occidental. Los nacimientos y casamientos podrán también hacerse de forma diferente, no habrá más parejas que deban viajar a Chipre para casarse fuera de la religión y formar una familia. Quienes quieran seguir como hasta ahora no tendrán ningún problema. Ninguna ley va a prohibir el casamiento religioso judío, ninguna ley va a prohibir el brit milá (circuncisión), el bar o bat mitzva. No habrá ley en Israel que ataque a las sinagogas, ni tampoco a los religiosos. Siempre decimos que Israel es el país de los judíos, ¿pero de cuales judíos?
Creo que no debe ser solo de un sector y mucho menos del sector minoritario. Un país es de sus habitantes, de todos, no solo de un sector. Aun siendo el país de los judíos, o dicho de forma más realista, el país donde los judíos podemos vivir en paz y defender nuestros derechos, no debemos encerrarnos como en un gueto. Aunque en el futuro no seamos un país tan cerrado, un religioso judío podrá usar su kipá y todos los atuendos correspondientes a su fe sin que a nadie le llame la atención porque siempre estará en su tierra.
Que permitamos a otros ciudadanos decentes y pacíficos del mundo vivir en nuestro suelo, bajo nuestras leyes, y con el respeto debido de una y todas las normas del país, no le quitará a Israel el carácter judío. Si nosotros entramos en una iglesia católica no dejará de ser católica por ello. Si no respetamos sus normas allí no nos dejarán entrar nuevamente y nos retirarán del sitio, pero no nos obligarán a rezar con su credo.

Un país con gente de todo el mundo
Es casi un milagro que en un país como este, que tiene en su seno personas negras, blancas, católicas, judías, laicas y musulmanas, iraquíes, iraníes, rusas, uruguayas, argentinas, peruanas, venezolanas, cubanas, marroquíes, lituanas, ucranianas y de tantos otros países y orígenes, no se haya producido una explosión casi atómica.
A veces no me explico como puede convivir un coktail de este tipo sin explotar por si mismo.
Es que hay un gran respeto, por supuesto con excepciones, de las cosas que hay que respetar. Entre las excepciones lamentablemente se destaca el grupo seudo judío, Naturei Karta, que vive aquí a pesar de odiar a Israel con todos y demasiados derechos. Un grupo que no tiene descaro en andar a los besos con Ahmadinejad, que exhibe carteles contra Israel y a favor de los palestinos, un grupo violento que viola las leyes y no es castigado como corresponde.
No he visto grupos que amenacen nuestra vida y existencia entre los otros sectores que mencioné, ni en los religiosos, ni en las comunidades de los diferentes países. Si hay algunos grupos mafiosos, son delincuentes que trabajan para obtener beneficios y no para beneficiar o en nombre de la comunidad de la que provienen.
Por ello no me molesta que un ciudadano de bien quiera compartir nuestro sueño de tener un gran país aceptado y defendido por la comunidad internacional y respetado por todos. La realidad de hoy es que aparte de los grupos mencionados hay enorme cantidad de habitantes ilegales de todos los sitios que ustedes puedan imaginar. Como ilegales que son están fuera de control, no hay estadísticas, no hay como hacerles cumplir con las normas del país.
Aun así, salvo casos aislados no han causado un problema insoluble a nivel general. Creo que la ilegalidad no es buena, ni para muchos de ellos que solo buscan progresar pero no lo lograrán de esta forma ya que son presa de los especuladores y explotadores que hay aquí como en todas partes, ni para el país que no puede organizar su población dentro de normas previstas.
Fonte: AURORA

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