Religiosos y seculares libran la guerra del reloj - Aurora

Religiosos y Secular Libran la guerra del Relojo - Aurora 

La guerra del cambio horario ha resurgido con la firma por parte de más de 200.000 personas de una petición para que el uso horario no dependa de las festividades religiosas, como exigen la ley y la comunidad judía ultraortodoxa.

Cada año, cuando llega el momento de cambiar del horario de verano al de invierno (atrasar una hora el reloj), renace la indignación entre los seculares que ven cómo el país se adelanta al resto del mundo y nos roban una hora de luz natural por las tardes por motivos aparentemente espirituales y decididamente políticos.

El problema radica, aducen los que impulsan el cambio de horario, en la jornada de ayuno y fecha más importante del calendario judío de Yom Kipur (Día del Perdón), en la que los fieles deben abstenerse de comer, beber y mantener relaciones sexuales durante 25 horas.

La legislación establece que el cambio al horario de invierno se realizará el domingo anterior a Iom Kipur, fecha que cambia cada año porque el calendario judío es lunar y no solar.

Las variaciones de los astros han hecho que en 2010 los israelíes deban retrasar sus relojes el próximo domingo 12 de septiembre, casi de dos meses antes de que lo hagan Estados Unidos (el 7 de noviembre) y Europa (el 31 de octubre).

Los judíos ultraortodoxos, que cumplen a rajatabla los preceptos de la Torá, quieren que anochezca más pronto el día de Yom Kipur porque la jornada se hace más llevadera cuando pueden romper el ayuno a las seis de la tarde en vez de a las siete: es una hora menos de calor sin comer y sin beber.

Los seculares argumentan que, en cualquier caso, el ayuno dura 25 horas, por lo que el efecto positivo es meramente psicológico y, sin embargo, obliga a que el país se quede con una hora menos de luz por las tardes durante semanas o meses.

De momento 225.000 personas han firmado una petición en internet (http://www.atzuma.co.il/nowinterclock) para que el cambio se realice de forma racional y no dependiendo de los usos religiosos de una parte de la población.

El texto aduce que la aplicación anticipada del horario de invierno "reduce el tiempo de calidad de los padres con sus hijos, aumenta el riesgo de accidentes de tráfico, distorsiona la hora local en relación a la del resto del mundo y hace perder a la economía cientos de millones de shekels".

Los firmantes se comprometen e instan al resto de la población a no cumplir con el cambio: no mover las agujas de sus despertadores una hora para atrás y seguir cumpliendo con el horario de verano, aunque suponga llegar al trabajo y a los colegios una hora tarde.

El debate no es nuevo; el parlamento trató de poner fin a la polémica en 2005 con la aprobación de una ley que fijó que el horario de verano sería siempre entre el último viernes de marzo y el domingo anterior a Yom Kipur.

Rehut, una judía ortodoxa residente en Jerusalén, asegura que "es muy importante respetar las necesidades de los religiosos y tratar de convivir" y considera que "el que anochezca un poco antes tampoco afecta tanto a los seculares, es sólo una hora y, al fin y al cabo, estamos casi en invierno", aunque en realidad, las buenas temperaturas en el país y la posibilidad de disfrutar del buen tiempo se prolongan aquí hasta noviembre e, incluso, diciembre.

Según esta religiosa, el cambio horario "no sólo afecta al ayuno de Yom Kipur, también a la hora a la que acaba el Shabat (sabático), y a las oraciones matutinas, sobre todo de los hombres", que deben entonar determinados rezos antes del alba ("slijot"); Si amanece una hora más tarde, tienen que elegir entre cumplir con los preceptos religiosos o llegar tarde al trabajo.

Por su parte Peggy Cidor, judía practicante pero de la vertiente más abierta del reformismo, se queja de que la exigencia de los ultraortodoxos "deja sin verano al resto del país y se justifica sólo en la percepción psicológica de que el ayuno acaba más tarde, cuando el tiempo sin comer es el mismo, sea la hora que sea".

Según ella, la cuestión no es en realidad un enfrentamiento entre religiosos y seculares, sino más bien "un pulso político entre los partidos religiosos y el resto para demostrar quién tiene más poder".

Ante las protestas, el ministro de interior, Eli Yishai, se planteó cambiar el horario para la jornada de Yom Kipur y regresar al día siguiente al de verano, solución que fue inmediatamente desechada por los problemas que podría ocasionar cambiar la hora dos veces en la misma semana.

De momento no habrá cambios y el domingo, una vez más, los habitantes verán como empieza a anochecer a media tarde y el verano se acaba semanas antes que en el resto del mundo. EFE y fuentes propias

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