Pese a lo que vaticinaban todos los sondeos previos, tras la resonante y sorpresiva victoria electoral del Likud, el líder derechista accederá por cuarta vez al cargo de primer ministro israelí. Meretz mantuvo su estatus parlamentario con cinco bancas, recogidas mayormente en las ciudades víctima de la polarización social neoliberal.
Bibi Netanyahu venció a Isaac Herzog, líder de la coalición Campo Sionista, por 30 bancas a 24 en las elecciones parlamentarias del 2015, y ya se abocó a la formación de un gobierno puro de derecha en Israel.
Tanto el canciller Avigdor Lieberman como el líder de los colonos Naftali Bennett, se apresuraron a informar que estaban dispuestos a formar gobierno con Netanyahu, luego de que el premier los convocara en el exultante discurso que dio tras los comicios.
Ante la perspectiva cierta de que un gobierno de Netanyahu sea más duro aún que el precedente, el laborista Isaac Herzog desistió de todo acuerdo de "unidad nacional", según declaró a Radio del Ejército la parlamentaria Shelly Yacimovich: "Hablé con Herzog esta mañana y me dijo explícitamente que pasamos a la oposición".
La dirigencia palestina también fue tajante. El negociador jefe Saeb Erekat advirtió que Palestina acudirá a la Corte Penal Internacional para denunciar a Israel por crímenes de guerra, y otros dirigentes expresaron su decepción.
Según el recuento oficial, el Likud obtuvo 30 bancas en la Knesset mientras que Campo Sionista alcanzó 24. Fue el mejor logro del laborismo desde 1999, pero tuvo sabor a poco.
Otro gran ganador fue la Lista Árabe Conjunta, que acumuló 13 escaños. Tras la decisión parlamentaria de excluir a los partidos pequeños, los árabes optaron por unificarse y terminaron sumando más votos que cuando iban separados.
Meretz mantuvo su estatus parlamentario con cinco bancas, recogidas mayormente en las ciudades víctima de la polarización social neoliberal.
El Likud obtuvo las mejores votaciones en Jerusalén, el sur y el norte del país, donde la relación con los árabes y los palestinos es de primera prioridad. En Jerusalén obtuvo apoyo gracias a su declaración tajante en contra de la división de la ciudad, que permanecerá, en lo que de él depende, "eternamente" en manos israelíes.
Uno de los picos más altos de apoyo al Likud, por ejemplo, se dio en Sderot, próxima a la Franja de Gaza y blanco usual de los proyectiles del brazo militar de Hamas (43% de los votos). Pero los kibutzim de la zona rural donde la ciudad está enclavada votaron por Herzog pese a compartir a veces el borde mismo con el enclave palestino.
En el centro del país, donde la política neoliberal provocó los más graves problemas sociales y económicos, le fue esquivo al Likud. En Tel Aviv venció Campo Sionista (34,3%), y el Likud alcanzó al 18,3%, con Meretz llegando al 13%.
En cuarto lugar apareció el centrista Hay futuro, de Yair Lapid, con 11 escaños, luego la agrupación de centroderecha Kulanu con 10, y Hogar Judío, del líder de los colonos ultranacionalistas Bennett, que obtuvo ocho lugares.
Víctima de la política de moderación que debió imponerle a su cargo de canciller y también de la tracción final de Netanyahu, otro gran perdedor fue el ministro de Relaciones Exteriores Lieberman, cuyo Israel nuestro hogar obtuvo seis bancas.
Los dos partidos ultrarreligiosos Shas y Judaísmo Unido de la Torá, obtienen siete bancas cada uno.
Fuete: Telam.
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