Israel enfrenta una amenaza real Autor: Elías Farache S.

En los próximos días y meses, el tema de la capacidad nuclear de Irán dará mucho para hablar y escribir. Irán desafía al mundo con un programa que ellos afirman es para fines pacíficos. Israel y otros países tienen serias dudas al respecto.
Los temores respecto a las intenciones de Irán pueden resultar exagerados para algunos, infundados técnicamente para otros.
Pero en casa del ahorcado, el tema de la soga no es trivial.
El presidente de Irán, en repetidas ocasiones, ha expresado que el Estado de Israel es ilegítimo, que debe ser borrado del mapa. Su negación de los horrores del Holocausto es conocida y reiterada. Irán es una potencia militar, industrial y petrolera. Su industria de armamento le ha permitido fabricar y probar cohetes de largo alcance, capaces de llegar a Israel con cargas letales. Con tales referencias, es normal que Israel recele del coloso persa.
Los judíos, y el Estado judío que tiene una población mayoritariamente judía, han pasado por amenazas en el pasado que se convierten en realidades trágicas. El mundo que ha compartido tales realidades históricas, no ha hecho sino lamentar estas tragedias, incapaz de preverlas o, más aún, sin haberlas querido evitar.
En 1933 Hitler era una amenaza que pocos denunciaron, pensando que la pasividad y la complacencia lo aplacarían. Winston Churchill fue un solitario en su visión, que terminó convirtiéndose en una realidad cuya factura incluyó seis millones de judíos asesinados en campos de concentración.
Ahmadinejad e Irán son una amenaza que muchos temen y muy pocos denuncian, pensando también que la complacencia, la pasividad y algunas sanciones harán que el programa nuclear de Irán sea solo para fines pacíficos. La lógica de los espectadores dice que Irán no

ha de atreverse a acciones en contra de Israel. Probablemente, el error es doble: Israel sí es un blanco de un Irán nuclear, y el Irán nuclear no va a tener víctimas israelíes y espectadores, sino víctimas mayoritariamente… también de entre aquellos que se consideran espectadores.
Israel se enfrenta a una amenaza real y muy fuerte. Un país enemigo con capacidad de destrucción que lo amenaza y tendría como cumplir su amenaza. Que actúa sin provocación directa y que además tiene serios antecedentes: el apoyo a Hezbollah en el Líbano y a Hamás en Gaza.
El tema no se agota para Israel. Su existencia está en peligro.
El futuro de sus ciudadanos pasa a depender de la voluntad de un enemigo declarado y no buscado, con la capacidad de infligir daños en forma rápida y contundente. La primera víctima de un Irán nuclear sería Israel, por lo tanto, es Israel el país más preocupado por esta situación. Estados Unidos, Europa y otros países se preocupan. Los judíos tienen que, además de preocuparse, ocuparse.
Sí, el problema es primeramente de los judíos. Su existencia está en juego. El mundo, no necesariamente lo entiende o no es la prioridad. En plena Segunda Guerra Mundial, se pidió a los aliados bombardear los rieles de ferrocarril para impedir que los trenes que llevaban judíos a campos de concentración siguieran llevando personas a la muerte. Los aliados no lo hicieron, porque no era conveniente.
Por los momentos, para muchos aliados circunstanciales, no es conveniente presionar para parar el programa nuclear iraní.
Para Israel, con seis millones de cadáveres sin tumba, es imprescindible que Irán no sea nuclear. La experiencia judía no da cabida al optimismo

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