Las raíces bíblicas del Boicot contra Israel Steve Apfel*

Se dice que historias y personajes de la Biblia presagian lo que la historia le va a proveer al pueblo judío. Siguiendo esta idea, la narrativa de Balaam predijo el complot contra el Israel moderno: si la guerra no podía derrotar la nación, luego lo haría maldiciéndola. Adentrándonos en la intriga descrita tan convincentemente en el Libro de los Números, nos topamos en cada giro con la profecía con una visión de futuro.

La trama es bastante familiar. Se inicia con el deseo del moabita rey Balac de detener al pueblo judío en su camino después de una serie de victorias sobre ejércitos más poderosos. La fuerza militar no estaba detrás del gigante judío, así lo entendió Balac.

El poder de la nación "start up", se enteró Balac, residía en el poder de expresión de su líder. Moisés fue el arma secreta. Y esto le dio a Balac una idea. Si, al hablar con Dios, Moisés pudo capacitar a los judíos, entonces seguramente se los podría desempoderar por el discurso.

Así que el rey contrata a un retórico jefe llamado Balaam. Su objetivo no es necesariamente borrar a la multitud errante de la faz del desierto, sino evitar que ésta entre en Israel.

"Vamos a echarlos de la Tierra", dice a los ancianos de Moab. Lo que quería decir era que los judíos no deben a toda costa establecer una nación soberana. Mientras ellos estaban sin hogar y sin estado, los líderes de Moab sabían que podrían mantener su espiritualidad, su fuerza y las leyes innumerables dadas por Dios.

Los moabitas, que después de todo eran descendientes de un hijo de Lot por su hija mayor, estaban dispuestos a vivir y dejar vivir. Pero un pueblo judío conectado a una patria nacional – eso era para ellos harina de otro costal. Los moabitas, los verdaderos descendientes de sangre azul del estilo de vida amante de Lot, consideraron que tal perspectiva planteaba una amenaza existencial para sus maneras fáciles y gratuitas. De hecho, si los judíos ocupaban la tierra de Israel, sentían ellos, eso repercutiría en el mundo entero.

Una miríada de voces evoca hoy un punto lejano en la historia, en un momento en el que el pueblo de Israel está viviendo, y prósperamente, en la Tierra Prometida, y miles de delegados de organizaciones de "derechos humanos" se reúnen en la conferencia de Durban en 2001; y clamaron lo siguiente: "guerra tras guerra, Israel ha quedado no sólo intacto, sino invulnerable".

La palabra como arma del odio

¿Por qué no librar una guerra diferente? Piensan los nuevos moabitas. Esta será una guerra que Israel no puede ganar. Las palabras serán nuestra arma. Vamos a traer a Israel de rodillas a través del poder de la publicidad negativa, condenándolo y satanizándolo al punto en que Israel se convierta en un paria mundial, siendo la única nación que une a todas los demás en un odio común.

La gente imagina y sabe los peores crímenes de

los que un Estado puede ser culpable. Entonces hagamos peculiares a los crímenes israelíes, se plantean. El apartheid, limpieza étnica, la ocupación, crímenes de guerra de todo tipo... Hechos a la medida, van a minar la vida y la energía de los sionistas (recuerden que al usar la palabra; nunca usen la palabra "judío"). Recuerden nuestro principal activo, es el halo de los derechos humanos. Manténgalo brillando y asegúrense de blandir el halo mientras maldecimos a Israel para negar su existencia.

Y así "guerra jurídica" vio la luz del día, y sobre sus talones cayó un hermano de armas llamado BDS (Boycot, Desinversiones y Sanciones). Juntos se dedicaron a paralizar a Israel hasta el punto en que se encuentra solo y vulnerable, presa mansa para los lobos que le esperan.

Las personas negativas (despiertas a las fallas, reales o no); la gente arrogante (presumiendo saber mejor que los palestinos lo que es bueno para ellos); gente codiciosa (teniendo dinero y beneficios para maldecir); son los rasgos que obtienen de Balaam su patriarca. Pero ¿tendrán que cumplir con el destino del mago astuto que maldijo en vano?

"¡Cuán hermosas son tus tiendas, oh Jacob, tus moradas, oh Israel." Sí, Balaam no podía decidirse a pronunciar las maldiciones para las que había sido contratado y generosamente pagado. En el momento de la verdad, palabras equivocadas se dispararon de su boca, ese aparato de la fortuna y la desgracia, el puente de una mente obtusa, la boca órgano de maldiciones militantes, maestro de habladurías y zoncerías, trazador de la caída de Israel.

Cuando el Dios de Israel dijo a Balaam que cierre su boca, él hizo bien en escuchar. En cambio, la nación que él quiso maldecir recita la bendición de Balaam cada mañana para el día de hoy.

¿Los ejes de la guerra jurídica de BDS siguen este destino humillante? Ciertamente, su objetivo de difamación ha erizado apenas un pelo. En todo caso, más dura es la inclinación furiosa en contra de los hitos de Israel -económicos, científicos, sociales y culturales.

Un icono del boicot, un clérigo con túnicas de color magenta, mira el problema en sus devociones diarias. El Obispo Tutu en Israel es como el toro proverbial en la tienda de China, aunque capaz de maldecir con encanto cortesano. Pero sus famosas características sonrientes se oscurecen mientras se enfrenta a una doctrina que le ha ido terriblemente mal.

¿Cómo fue que le fue tan mal a San Agustín? Según él, vuestro destino, el de un pueblo no-elegido, nunca iba a volver y hacer florecer el desierto; para construir un Tel Aviv con rascacielos de Manhattan; para ganar premios Nobel que llenan la carretilla; para presumir de una economía de alta tecnología y con una moneda más fuerte que la de Europa.
Los poros de los clérigos maldicentes de Israel no destilan sólo envidia sino error –el error del dogma, la verdadera pérdida de la fe. Gracias a Israel, el complot está fallado, y el ídolo se hizo añicos.

* Fuente: The Commentator

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