Parashat "Nasó" Autor: Rabina Valerie Stessin*

Interpretación y comentario
En la parashá de esta semana leemos que el marido que tenía sospechas de que su mujer le fuera infiel, podía llevarla al cohen, quien le daba de beber a ella "aguas amargas", aguas que la ponían a prueba. Durante esta ceremonia en el Santuario, el cohen hacía jurar a la mujer una fórmula pre-establecida y le avisaba de las condiciones de la prueba, entonces la mujer respondía al juramento: "Amén, amén". El cohen otorgaba a las aguas el poder de examinar a la mujer durante la ceremonia: él colocaba en ellas un poco del polvo del suelo del Santuario y sumergía en ellas el escrito donde estaba la fórmula sobre la que ella juró. Después de esta preparación, le daba de beber a la mujer el agua de la prueba. Si ella había tenido algún tipo de relaciones sexuales con otro hombre, las aguas le iban a generar una enfermedad fatal. Si las sospechas eran injustas, las aguas no iban a dañar a la mujer y hasta le proporcionarían una bendición.
La prueba de la mujer sospechosa de adulterio ("sotá") es la única de este tipo en la Biblia. Este caso sorprende, es extraño y genera preguntas. Según los analistas como Licht, esta prueba pertenece al tipo de juicios llamados "ordeal" ("veredicto", en alemán antiguo). Este tipo de juicios sirvieron a muchas culturas para verificar la culpabilidad del sospechoso cuando no había pruebas válidas. Ellos consistían en una ceremonia impresionante, donde el acontecimiento central era una prueba antinatural que sucedía en el cuerpo del sospechoso, generalmente realizada con algo que causaba daño, como por ejemplo el fuego. ¿Será que la Torá incorporó el ritual de esta ceremonia de carácter mágico conocida en otras culturas de los alrededores como una solución al problema del adulterio y lo adaptó a sus creencias, o creó una ceremonia única y judía?
La prueba de la mujer sospechosa de adulterio mediante las aguas genera varias inquietudes. ¿Cuál es el sentido de las manifestaciones descriptas? ¿Cuál es su influencia sobre la mujer investigada: Ella morirá por causa de las aguas o ellas servirán de prueba y entonces ella se volverá una maldición dentro de su pueblo o será llevada a juicio como adúltera? ¿En qué momento ocurren estas manifestaciones: inmediatamente o en un futuro indeterminado?
El pecado del adulterio aparece en los Diez Mandamientos, lo que destaca su gravedad en la ley bíblica. La ley sacerdotal lo integra en la lista de pecados por los cuales Dios expulsó a los hijos de Israel de su tierra y los juzgó a muerte. Los antiguos eran muy duros con el tema del adulterio y es difícil de decir que el castigo de una mujer que se encontró culpable en la prueba era menor

que el castigo de aquella sospechosa de adulterio que fuera juzgada y condenada a muerte sin piedad. Con todo eso, hay investigadores que entienden que el castigo era la esterilidad, pues no hay testigos del pecado y no hay forma de juzgarla de manera aceptable.
La interpretación feminista moderna exige una lectura desde un punto de vista que coloca a prueba las premisas básicas y las normas sociales sobre las cuales se basa la ceremonia. Bonna Devora Haberman, en su artículo "The Suspected Adulteress: A Study of Textual Embodiment", destaca que la ceremonia de la sospechosa de adulterio supone una base social de definiciones claras de género. Los hombres como un grupo, como un colectivo, son orientados por la sociedad para aceptar el proceso, identificarse con él y ver la posible traición de la mujer como una amenaza a su identidad masculina.
Esta lectura destaca el lugar de la mujer en la ceremonia: sus funciones, su posición, sus voces y las premisas de género ocultas. El caso de la mujer sospechosa de adulterio surgió a partir de los sentimientos de celos masculinos aparentemente sin pruebas válidas-, cuando el marido no confiaba en la palabra de su mujer y sospechaba que ella lo había traicionado. La mujer era puesta a prueba, ella no tenía la posibilidad de defender la pureza de su conducta y de hacer escuchar su voz contra los rumores. La única voz que era oída era la voz de la institución religiosa masculina. La posición en el Santuario avergonzaba, humillaba, generaba miedo y constituía un castigo en sí misma para quien aún no fue hallada culpable. Es difícil imaginar qué tipo de relaciones quedaban entre el hombre y su mujer luego de que ella fuera hallada inocente de pecado, y cómo ella podía sobreponerse al trauma y a la imagen de ella que fue generada en la sociedad.
En la sociedad bíblica patriarcal, el marido tenía derecho a tener celos y expresar cualquier sospecha que podía dañar lo que se consideraba de su propiedad: su mujer y la sexualidad de la misma. Paralelamente, él tenía derecho de mantener relaciones sexuales con otras mujeres en el marco de los matrimonios poligámicos e incluso, fuera del matrimonio. No había ningún tipo de igualdad ni reciprocidad. Siendo así, ¿debemos continuar transmitiendo las enseñanzas del caso de la mujer sospechosa de adulterio? Creo que hay que enseñar este caso con ojos críticos desde una temprana edad. El estudio debe enfatizar el marco social patriarcal de la época y la brecha entre ella y las normas sociales igualitarias a las cuales nosotros aspiramos. Quizás una de las enseñanzas que podemos aprender de este caso, es la advertencia frente al poder destructivo que surge del control total de un sexo sobre el otro.
* Vice Directora de la Fundación TAL"I.
Editado por el Instituto Schechter de Estudios Judaicos, Asamblea Rabínica de Israel, Movimiento Conservador y Unión Mundial de Sinagogas Conservadoras.
Traducción: Rabina Sandra Kochmann

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