Parashat “Shlaj lejá“ Autor: Dr. Melila Helner-Eshed*

Interpretación y comentario
La parashá “Shlaj lejá-“ relata la travesía de los doce representantes de las tribus enviados por Moshé a espiar la tierra para recolectar información vital sobre ella y sobre la posibilidad de conquistarla.
Esos hombres salen a una travesía de cuatro días y vuelven al pueblo que se encuentra en el desierto, trayendo diez de los doce espías no muy buenas noticias. La tierra, efectivamente, es buena -ellos dicen-, pero la experiencia de la travesía en ella fue terrible. La tierra es peligrosa, sus habitantes gigantes, sus ciudades fortificadas y la consigna de su conquista es en realidad, imposible.
Los miembros del pueblo al oírlo rasgan sus vestiduras, lloran y se enlutan por la tierra cuyo aspecto de prometida se disipa cada vez más. Sólo dos de los espías -Caleb ben Iefuné y Iehoshúa ben Nun-, apoyan la posibilidad de que el pueblo pueda ir y conquistar -con la ayuda de Dios-, la tierra. Los dos constituyen una destacada minoría y el pueblo que llora en la amargura de su desesperación, pide volver a Egipto. Dios, en su ira, quiere exterminar al pueblo; Moshé logra calmarlo, pero Dios decreta que todos los miembros de esa generación no entrarán a la tierra. Su muerte será en el desierto; cuarenta años deambularán en él, un año por cada día que duró la travesía de los espías, hasta que muera -de manera natural-, toda esa generación. Sus hijos serán quienes entrarán y heredarán la tierra.
El relato se llena de desilusión, miedo y desesperación.
La pregunta es qué sabemos de aquella generación, generación obstinada y terca, que va, se enreda y se queja en el terrible desierto siguiendo a un líder difícil y visionario, detrás de una promesa sobre una tierra donde nunca estuvieron, guiados por un Dios invisible. Las ideas de los tanaítas y amoraítas se dividen entre aquéllos que dicen que la generación del desierto no merece el mundo venidero, y otros que dicen que ellos merecen piedad y piden incluirlos en el buen mundo por venir.
De todos los libros judíos, el libro del Zohar es el que quiere más a la generación del desierto. Los autores del Zohar, cuya pasión mística es acercar a la Divinidad y vivenciarla cada vez más, identificaron a la generación del desierto como una generación que tuvo el honor de vivir una existencia espiritual inigualable. En su lectura de los versículos de la Torá, y a la luz de su pasión por buscar en el relato bíblico una guía para su vida espiritual, ellos vieron a la generación del desierto como personas cuya experiencia del encuentro sin intermediarios con Dios en la salida de Egipto, fue mayor que aquéllas de los grandes profetas: “Lo que vio la sirvienta en el mar, no vio Ezequiel ben Buzo-“.
Aquélla fue una generación que renunció a todo tipo de existencia relacionada con las características humanas, como la planificación, el crecimiento, la recolección de comida y el desarrollo. Los miembros de esa generación renunciaron a todo tipo de arraigo a la tierra y se establecieron en el desierto, cuando sus raíces de aire se ramificaban hacia Dios. Ellos fueron transportados en el seno Divino, bajo nubes de honor, totalmente dependientes de su fe en Dios. Sus cuerpos y mentes pasaron una transformación que les permitió alimentarse con el maná, producto Divino, copos de luz, pan de ángeles. Aquélla fue una generación que vio símbolos y señales terribles y maravillosas.
El Zohar ve a aquélla generación como “generación del conocimiento-“, una generación sin igual. Una generación que tuvo el honor de vivir una experiencia espiritual, de fe y de milagros, merece todo tipo de alabanzas, y a ellos, dice el Zohar, que está dirigido el versículo: “Feliz es el pueblo que así sucede con él-“.
Una composición especial del Zohar llamada “Rav Metivta-“ está dedicada a la travesía de los miembros del grupo del Zohar en el mundo de la generación del desierto. El compositor de esa obra otorga a la generación del desierto una existencia eterna. Aquélla generación, en su grandeza, no se perdió y continúa existiendo en una realidad separada y paralela. El grupo del Zohar tiene el honor de vivir un encuentro lleno de aventuras y sorpresas con aquél mundo. Ellos ven a sus líderes, visitan sus Casas de Estudio celestiales, las Casas de Estudio de los líderes de aquella generación -como Betzalel, Moshé y Aarón-, así también como las Casas de Estudio de las grandes mujeres de aquella generación: Ellos visitan la Casa de Estudio de Iojeved, de Batia –la hija del Faraón-, de Miriam, de Seraj bat Asher.
La obra completa es un canto de alabanza a la generación del desierto y como lectores conocedores de las palabras del Salmo que ve a aquella generación como “pueblo de corazón extraviado-“, nos sorprendemos por la original creatividad que se encuentra en el llamado tan alentador de esta generación, -primera de la redención, que murió en el desierto y no ingresó a la Tierra Prometida-, como una generación de gigantes.
La manera particular del Zohar de ver a la generación del desierto es un llamado a que estemos atentos. Es un testimonio de gran inspiración sobre el hecho de que una cultura que se permite a sí misma volver y abrir sus relatos fundamentales a lecturas nuevas y sorprendentes, promete una relación llena de vitalidad y sentido con sus fuentes.

* Profesora del Instituto Rabínico Schechter, Jerusalén
Editado por el Instituto Schechter de Estudios Judaicos, Asamblea Rabínica de Israel, Movimiento Conservador y Unión Mundial de Sinagogas Conservadoras.
Traducción: Rabina Sandra Kochmann

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