Interpretación y comentario
La parashá “Tzav” describe los detalles de las leyes de los distintos tipos de sacrificios y al final resume:
“Ésta es la ley que rige para el Holocausto, para la oblación, para el sacrificio expiatorio por error y para el sacrificio expiatorio por culpa y para los sacrificios en honor de la investidura, y para los sacrificios de paz. Lo que había prescripto Dios a Moshé en el Monte Sinaí, en el día que Él había prescripto a los hijos de Israel ofrecer sus sacrificios ante Dios, en el desierto de Sinaí” (Levítico 7:37-38).
Uno de los desafíos intelectuales apasionantes que se presentan ante el público tradicionalista-moderno, es la relación con determinadas partes del libro del Levítico que se ocupan del hecho de traer animales al Gran Templo de Jerusalén y sacrificarlos como parte del proceso de culto a Dios y de la elevación espiritual.
Uno de los ejemplos interesantes de un enfrentamiento moderno a este desafío, está relacionado con el establecimiento de la Universidad Hebrea de Jerusalén sobre el Monte Scopus (Har Hatzofim) frente al Monte del Templo (Har HaBait), y las ideas espirituales que acompañaron su establecimiento justo en ese sitio.
En el año 1913, el Congreso Sionista trató el establecimiento de la Universidad Hebrea. Por un lado, el establecimiento de la Universidad expresó una necesidad académica funcional, especialmente frente a las limitaciones que se impusieron al ingreso de judíos a las universidades de Europa. Pero, por otro lado, la voluntad de establecerla especialmente en Jerusalén, expresó una necesidad nacional-simbólica.
Dos de las personalidades centrales que se expresaron sobre este asunto, lo hicieron de manera parecida. Menachem Ussishkin, -uno de los primeros líderes sionistas y más adelante también Presidente del Keren Kayemet Le Israel-, dijo en su discurso en el Congreso, en el mes de Av 5673: “...En el noveno día de Av de este año, se cumplirán dos mil quinientos años desde el día en que el enemigo entró al lugar sagrado y destruyó nuestro Santuario (...). Hace dos mil quinientos años fue destruido nuestro Santuario nacional y Templo de Dios que estaba sobre el Monte Moriá. Ahora, nosotros venimos llenos de fe y esperanza, a construir un nuevo Santuario nacional, un Templo de sabiduría y ciencia sobre el Monte Sión...”.
También Jaim Waitzman, Presidente de la Organización Sionista, pensó mucho sobre el discurso que iba a decir en el Congreso sobre este tema. En una carta a su esposa Vera, él comparte sus pensamientos: “...Se despierta en mí un sentimiento de gran responsabilidad ante el discurso que tengo que preparar para el Congreso (...) Es cierto que entre la Universidad Hebrea y la tumba de Jesús no hay ningún punto en común, pero nosotros no podemos renunciar a Jerusalén. ¡Tenemos que arriesgarnos! Ésta es la única consigna que puede hoy, según mi opinión, levantar eco: “La Universidad Hebrea Die Zionsuniversität auf dem Berg Zion
(La Universidad de Sión en el Monte Sión“) - ¡El tercer Templo!”.
Dos líneas comunes se destacan en estas dos fuentes citadas: 1) La Universidad será establecida en un lugar alto: “sobre el Monte Sión”, y 2) ella va a ser “un nuevo Santuario nacional” o “El tercer Templo”.
Con el tiempo, sin embargo, la Universidad fue establecida en la cima del Monte Scopus y muchos continuaron comparándola con un “nuevo Santuario“ en discursos, en la preparación de ceremonias, en la arquitectura e, incluso en el día de su inauguración, recibió en los titulares de los diarios un título basado en Isaías 2:2: “Acontecerá en el final de los tiempos que será confirmado el monte de la casa de Dios como cabeza de los montes, y será exaltado sobre los collados y correrán a él todas las naciones“.
Surge la pregunta: ¿Por qué el movimiento nacional moderno necesita una imagen evidente de una institución religiosa -el Gran Templo- para fortalecer la concientización de sus instituciones modernas? ¿Y por qué justamente la Universidad de Jerusalén tuvo el mérito de esa comparación metafórica con esta institución religiosa superior (incluso más que una simple comparación) y no por ejemplo, la Legislatura o la Corte Suprema de Justicia?
La respuesta es compleja, pero veremos que uno de los núcleos de la misma la encontramos en el Midrash Tanjuma sobre el versículo con el cual comenzamos: “¿Y de dónde sale? Ésta es la ley que rige para el holocausto, para la oblación, para el sacrificio expiatorio por error y para el sacrificio expiatorio por culpa y para los sacrificios en honor de la investidura, y para los sacrificios de paz. No hay que leerlo así, sino: Ésta es la ley (la Torá), no el holocausto, ni la oblación, ni el sacrificio expiatorio por error, ni el sacrificio expiatorio por culpa, ni los sacrificios en honor de la investidura, ni los sacrificios de paz. Es decir: Deben ocuparse de la Torá y eso será tan importante para mí como si estuvieran ofreciendo delante mío todos los sacrificios”. (Tanjuma Vaikrá 14, Edición de Varsovia).
Es decir, contrario al género de interpretaciones que se refieren a los rezos como substitución posterior de los sacrificios perdidos, el estilo de este midrash pertenece a la versión que niega los sacrificios y propone una substitución a los mismos casi desde un principio.
Esta idea continúa y se desarrolla entre los más audaces de los pensadores judíos, como Maimónides y el Rab Kook, y ellos no siempre fueron comprendidos por el gran público. Y así también, los discípulos del movimiento intelectual nacional buscaron el sentido cultural-judío moderno a su acción pionera, y de ahí, la relación entre la Torá moderna en una institución académica superior (“El Templo”) con el antiguo Gran Templo de Jerusalén.
*Jefe de Cátedra de Estudios de la Tierra de Israel del Instituto Schechter de Estudios Judaicos, Jerusalén.
Editado por el Instituto Schechter de Estudios Judaicos, Asamblea Rabínica de Israel, Movimiento Conservador y Unión Mundial de Sinagogas Conservadoras.
Traducción: Rabina Sandra Kochmann
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