Interpretación y comentario
Generalmente, la parashá “Vaieshev” es leída cerca de la fiesta de Janucá. En esta parashá leemos sobre Iosef y sus hermanos. La fiesta de Janucá es sobre la historia de Iehudá HaMacabi y sus hermanos. “Fraternidad” es una de las palabras clave tanto en la religión como en la vida pública. Después de la Segunda Guerra Mundial, los encuentros de fraternidades se volvieron populares, generalmente incentivados por organizaciones cristianas y judías en los Estados Unidos.
La frase bíblica que destaca las relaciones fraternales es: “Hine ma tov uma naim shevet ajim gam iajad” - “¡Cuán bueno y agradable es que los hermanos estén reunidos juntos!” (Salmos 133:1). El hecho de que “lo bueno y agradable” dependan de las “relaciones fraternales” quiere señalar que la fraternidad no siempre es buena y agradable por sí misma. Ya aprendemos de la Torá, de la Biblia y de la historia judía y de la Humanidad en general, que las relaciones fraternales tienden a ser problemáticas.
El primer asesinato ocurre entre hermanos. La amistad ideal está expresada como amor entre Ionatan y David, y no como relación fraternal entre hermanos. La historia de Iosef y sus hermanos comienza con conflictos y sólo al final hay reconciliación. El inicio del camino de los macabeos es solidario, pero al final termina en una lucha sangrienta. Esto no sorprende, porque la Torá no nos enseña a amar a nuestros hermanos, sino que nos ordena: “Ama a tu prójimo”.
Toda la Humanidad -desde los tiempos antiguos hasta la actualidad, tanto dentro del marco familiar como en los grupos sociales más amplios-, se encuentra en constante tensión entre la proximidad de los orígenes, la herencia y la afinidad genética por un lado, y la extensión de sentimientos, relaciones externas y amor por elección más que por relación sanguínea, por el otro. Así aprendió el hombre primitivo y más aún en el contexto bíblico-, que las relaciones incestuosas quizás eran convenientes pero también peligrosas. Los comentaristas de la Torá y sus intérpretes más racionales explican que, si se hubieran permitido los matrimonios entre miembros cercanos de la familia, esto hubiera generado relaciones sexuales frecuentes en marcos inestables, en los cuales los hijos no podrían reconocer ni a sus propios padres. Por lo tanto, aunque mujeres y hombres busquen sus parejas dentro de sus tribus, religión y pueblo, ellos deben encontrarlos fuera del clan familiar. Como consecuencia de eso, entre todas las relaciones humanas, justamente son las relaciones matrimoniales las que están basadas en la elección, los sentimientos y el amor, y no en la coincidencia de los lazos sanguíneos, la genética y la herencia.
Y si tendemos a pensar que el incesto es un tema del pasado lejano y que el asunto no tiene lugar en nuestra sociedad normativa moderna, recientemente aparecieron casos en los cuales hermanos y hermanas que fueron separados en sus primeros años de vida ya sea por haber sido dados en adopción o por otras circunstancias-, se encontraron y se enamoraron. Actualmente, en el mundo anglo-americano, las leyes que prohíben el incesto son revisadas de nuevo, especialmente luego de los descubrimientos médicos según los cuales los resultados genéticos negativos que resultan de las relaciones entre familiares cercanos no aparecen sino después de algunas generaciones. Con todo esto y a pesar de las tragedias particulares, es conveniente que las personas continúen respetando la prohibición. El orden social bíblico exige que pasemos de una fraternidad basada en los lazos sanguíneos a otra fraternidad basada en la fe, la lealtad y la amistad. Es así que en la tradición talmúdica, nuestros Sabios comparan a los maestros con los padres, y el propio Dios permite ser llamado padre, amante y esposo, no por causa de una concepción milagrosa, sino porque el amor basado en la elección o por afinidad de caracteres es considerado igual e incluso superior al amor basado en los lazos sanguíneos.
Estudio y análisis
Rabino Dr. Alexander Even-Jen
Profesor de Pensamiento Judío, Instituto Schechter de Estudios Judaicos Jerusalén
Todos conocemos el relato sobre el odio terrible que existió entre Iosef y sus hermanos. Trataremos de concentrarnos en dos personajes centrales en este relato: Reuven y Iehudá. Reuven y Iehudá eran hijos de Lea. Iosef era hijo de Rajel. Sobre el nacimiento de Iosef está escrito en la Torá:
“Y Dios recordó a Rajel, la escuchó y abrió su matriz. Concibió y dio a luz un hijo y dijo: Ha recogido Elohim mi vergüenza. Y llamó su nombre Iosef, diciendo: Que Dios me añada otro hijo. Mas ocurrió que cuando dio a luz Rajel a Iosef, dijo Iaacov a Labán: Déjame ir y partiré hacia mi lugar, a mi
país”. (Génesis 30:22-25).
Debemos prestar atención a las palabras de Rajel. Hasta el nacimiento de Iosef ella vivía con un sentimiento terrible de vergüenza, a pesar de ser la mujer que Iaacov amaba. ¿Cómo se puede entender eso? Según vuestra opinión, ¿el nacimiento de Iosef saca a la luz la relación entre las dos hermanas? ¿El hecho de que Rajel sea la mujer amada por Iaacov no influyó en la relación entre las dos hermanas? ¿Y en la relación entre sus hijos?
¿Por qué sólo después de que Rajel da a luz a Iosef decide Iaacov separarse de Labán y volver a su tierra? En base a esto, ¿qué se puede aprender del mundo interior de Iaacov? ¿Será que en todos estos años él vivió con un sentimiento de profunda desilusión? ¿Con el sentimiento de que él todavía no puede volver a su tierra porque aún no logró completar lo que debía alcanzar con su casamiento con las hijas de Labán? ¿Por qué justamente el nacimiento de Iosef alienta a Iaacov a levantarse y exigir independencia?
¿Puede ser que los hijos de Lea no eran concientes del lugar que ocupaba Iosef para Iaacov desde el momento de su nacimiento? Mucho antes de que Iosef haya recibido la “túnica ornamentada”, ya estaba claro para los hijos de Lea que ellos eran los hijos de la mujer no amada. ¿No era lógico que ellos quisieran hacer desaparecer al niño que simbolizaba la mancha con la cual ellos nacieron?
Antes de los sueños que son relatados en la parashá de esta semana, está escrito:
“Esta es la genealogía de Iaacov: Iosef a la edad de diecisiete años pastoreaba con sus hermanos las ovejas, y el joven estaba con los hijos de Bilhá y los hijos de Zilpá, mujeres de su padre. Y Iosef trajo habladurías sobre ellos a su padre”. (Génesis 37:2).
1- Bilhá y Zilpá eran las sirvientas que fueron dadas a Iaacov junto con Rajel y Lea. ¿Cómo se puede explicar la conducta de Iosef hacia los hijos de las sirvientas? ¿No sería lógico que los hijos de Lea y los hijos de las sirvientas se unan contra Iosef?
2- ¿Y cómo puede ser que Iaacov que vivió en carne propia la experiencia de relaciones muy problemáticas con su hermano Esav- no supiera lo que estaba ocurriendo en cuanto a las malas relaciones que existían entre sus hijos? ¿Podemos pensar que Iaacov sí sabía y, a pesar de eso, siembra la simiente de violencia entre sus hijos? ¿Por qué?
Después que contó sus sueños a sus hermanos y escuchó sus reacciones, Iosef soñó un sueño relacionado con sus padres:
“Soñó otro sueño más y se lo contó a sus hermanos. Dijo: He aquí, he soñado otro sueño más y he aquí que el Sol y la Luna y once estrellas se prosternaban ante mí. Se lo contó a su padre y a sus hermanos y le reprendió su padre y le dijo: ¿Qué es este sueño que has soñado? ¿Acaso habremos de venir yo y tu madre y tus hermanos para prosternarnos ante ti? Lo envidiaron sus hermanos, mas su padre guardó la cuestión”. (Génesis 37:9-11).
1- ¿Por qué según vuestra opinión- Iosef acudió ahora a su padre? ¿Por qué no se acercó a contarle sus sueños a Iaacov inmediatamente después del primer sueño?
2- ¿Por qué reprende Iaacov a Iosef?
3- ¿Cuál puede ser la intención de la Torá al relatar que, mientras los hermanos sentían envidia, Iaacov “guardó la cuestión“? Ibn Ezra propone que la intención es que “guardó la cuestión en su corazón“. ¿Cómo se puede argumentar que Iaacov guardó la cuestión en su corazón, si Iaacov ya había “reprendido” a Iosef en voz alta?
4- Rashi explica la reacción de Iaacov como que tenía la intención de defender a Iosef: “La intención de Iaacov era extraer de sus hijos la envidia y por eso le contestó así: “¿Acaso vendremos yo y tu madre...?”. Así como este sueño es imposible en este detalle, así también es imposible todo el sueño”. (Comentario de Rashi a Génesis 37:10). Iaacov trata de convencer a sus hijos que no deben envidiar, porque si prestan atención a lo que Iosef dijo, les va a quedar claro que ese sueño no puede cumplirse. Rashi basa su argumento en un tipo de ejercicio de lógica: ¿Cuál es ese ejercicio? ¿Cuáles son las proposiciones básicas que se necesitan para que ese ejercicio tenga sentido y pueda convencer a los hermanos? (Una pista: Rajel ya había fallecido).
Editado por el Instituto Schechter de Estudios Judaicos, Asamblea Rabínica de Israel, Movimiento Conservador y Unión Mundial de Sinagogas Conservadoras.
Traducción: Rabina Sandra Kochmann
Comunidad “Masortit Mishpajtit beBeit Hakerem”, Jerusalén
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