La historia se ha escrito con sangre. La mayoría de las guerras fueron libradas por territorios. Hoy en día, la ciencia, la creatividad y el conocimiento han reemplazado a la tierra como fuente de riqueza. La tierra puede ser conquistada. La ciencia, no.
La ciencia es global, no tiene fronteras. Los ejércitos no pueden conquistarla. Sin embargo, todavía, los terroristas sin ley extienden la violencia provocada por las diferencias ideológicas, las brechas sociales y el fanatismo puro. El nuevo milenio debe liberar al mundo del derramamiento de sangre, de la discriminación, del hambre, de la ignorancia, de las enfermedades.
La ciencia moderna puede ofrecer nuevas respuestas. En los próximos diez años habrá una explosión del conocimiento. El poder de la computación aumentó un millón de veces en los últimos 25 años. Los científicos se están aventurando dentro del cerebro. Sr. presidente de la Asamblea; hablo en nombre de un pueblo pequeño, y de una tierra pequeña. Supimos renacer a pesar del asesinato de un tercio de nuestro pueblo. La Shoá. Estábamos solos. Nuestra tierra fue atacada siete veces en 62 años. Otra vez más. Estábamos solos. Sin renunciar nunca a la esperanza, hemos desarrollado la ciencia. Encontramos que el futuro está en nuestras manos. Aprendimos que la gente puede enriquecer la tierra, tanto como la tierra puede alimentar al pueblo. Israel es el producto del espíritu humano pionero, no del capital financiero. A pesar de las guerras, hicimos la paz. Con Egipto y Jordania. La disputa territorial con el Líbano ha terminado y así lo reconoció la ONU. Nos fuimos de Gaza por nuestra propia iniciativa. Completamente.
Ahora estamos negociando con los palestinos para concretar la solución de dos Estados: un Estado judío, Israel; un Estado árabe-palestino. No hay otra alternativa pacífica. Y creo que lo conseguiremos. Estamos dispuestos a entrar en negociaciones directas con Siria.
Ahora mismo, Sr. presidente: estamos comprometidos con los objetivos de desarrollo del Milenio. Compartimos la responsabilidad de salvar al mundo de la guerra y del hambre. Sin paz, la pobreza seguirá existiendo. Sin comida, la paz no prevalecerá. Los estadistas tienen que movilizar el poder político para lograr la paz. Los científicos pueden lograr que la tierra produzca más alimentos. Hemos desarrollado una agricultura basada en la ciencia. Nuestros agricultores producen ocho veces más por hectárea en comparación con los primeros días del país.
La necesidad de agua se redujo a la mitad. Hemos empleado la desalinización, el reciclado, el riego electrónico y por goteo, y la bioingeniería para crear nuevas semillas y cultivos más ricos. Hace cinco décadas, un agricultor israelí producía alimentos para 15 personas. Hoy en día, produce para 120. La contribución del agricultor al PBI es igual que la de un ingeniero de alta tecnología. Para cultivar la tierra, hay que cultivar la educación y mejorar la salud. Por eso, introducimos la educación obligatoria y gratuita para todos, desde los cinco a los 18 años. Esto terminó con el analfabetismo y nos aportó la tasa más alta de científicos por kilómetro cuadrado del mundo. El sistema nacional de salud ofrece tratamiento de primera clase para todos los ciudadanos. Somos también uno de los pocos países del mundo que entró en el siglo XXI con más árboles de los que tenía cuando comenzó el siglo XX.
Sr. Presidente, estoy seguro que nuestro recorrido está disponible para todos. Nuestra experiencia se puede reproducir. Estamos dispuestos a compartir nuestra experiencia como ya lo hicimos con muchos países tanto en forma bilateral como a través de las agencias de la ONU. Nuestra convocatoria incluye también a los países que no mantienen relaciones diplomáticas con nosotros.
Sr. presidente, el otro día, el líder formal de Irán llamó a aniquilar a Israel, y a borrarlo del mapa del Medio Oriente. Creo que en el Medio Oriente hay lugar para todas las personas, todas las naciones, todas las religiones. Creemos que todas las personas fueron creadas a imagen de Dios y que hay un solo Dios que pide no odiar, no amenazar, no ostentar superioridad, y no matar. Israel continuará existiendo y anhelando la paz con sus vecinos. Hay suficiente espacio para la confraternidad en la región.
Señoras y señores: en mi juventud fui miembro de un kibutz, y cultivaba la empobrecida tierra. Tenía, como todos los miembros, dos camisas y dos pares de pantalones. Había un tercer par de pantalones: hecho de franela. Estaba reservado solamente para los novios. Tuve la suerte de usarlos durante dos días completos durante mi boda. El plato principal en el kibutz era berenjenas. Había carne una vez por semana, pero no todas las semanas. No había ahorro privado y poco dinero colectivo. Éramos pobres y felices. La clase de felicidad que uno siente cuando está convirtiendo el desierto en un jardín. Hoy en día, el kibutz tiene una agricultura floreciente y una casa de huéspedes rentable. La comida es abundante. En el kibutz, en la escasez, aprendí a respetar a los pioneros, y desarrollé una afinidad con las mentes creativas y las manos laboriosas. En realidad, mi sueño inicial era ver el mundo como un gran kibutz. Libre, pacífico y productivo.
Sr. presidente; convoco a esta asamblea para hacer frente a dos retos candentes. En primer lugar, aprovechar la ciencia y la tecnología para aumentar la producción de alimentos. Y en segundo lugar, debemos unirnos contra el terrorismo. Un mundo con hambre nunca será pacífico. Un mundo aterrorizado nunca será gobernable.
Debemos unirnos en torno a una esperanza común. La cuna de nuestros hijos será la cuna de nuestra visión
fonte: http://www.aurora-israel.co.il/articulos/israel/Oriente_Medio/32066/