La fuerza espiritual del Tabernáculo - Fuente: libro “Ayer, Hoy y Siempre”. La historia del Tabernáculo data del año 2449 (1312 antes de la Era Común). Era la pieza arquitectónica construida con una lámina de oro por dentro y por fuera provee una lección a cada individuo. Hashem ordenó a Moshé construir un Mishkán (Tabernáculo) de acuerdo a un plan divino que simbolizaría Su presencia entre los hombres. El mismo fue un santuario móvil que los judíos transportaron con ellos a través del desierto. Betzalel, perteneciente a la tribu de Iehudá y Oholiav, de la tribu de Dan, fueron elegidos por Hashem por su capacidad para aplicar su conocimiento y supervisar la construcción. Por mandato de Di-s, se realizó un censo de los hombres judíos por el cual cada uno debía contribuir con una moneda de medio shékel. Al contar las monedas se obtenía el total de hombres existente. La pieza arquitectónica más santificada alrededor de la cual giraba la vida judía antes de la construcción del Templo, fue el Mishkán, que contenía el Arca Sagrada. El Arca, construida con una lámina de oro por dentro y por fuera provee una lección a cada individuo. Así como el oro se podía observar en el exterior y en el interior, así también cada persona debe ser virtuosa exterior e interiormente en todo momento y debe siempre predicar con el ejemplo. Si es consecuente con sus palabras, los demás lo considerarán sincero. Si por el contrario, muestra un comportamiento correcto en público y luego actúa inmoral o injustamente en privado, será considerado un hipócrita. Porque aquél que engaña a otros termina engañándose a sí mismo. Aún cuando debamos esforzarnos lo más posible por evitar actuar con hipocresía, ello no debe servirnos de excusa para no hacer cosas positivas y valiosas. Así, por ejemplo, muchos padres no quieren mandar a sus hijos a escuela judía con el argumento de que, al no ser religiosos en la casa, se sentirían hipócritas al hacerlo. La hipocresía significa no actuar de acuerdo con las convicciones firmemente establecidas. Pero no significa ser hipócrita si una persona que tiene dudas religiosas trata de cumplir lo más posible en alguna área especifica de la fe judía.Al mantener las tradiciones, aun cuando uno sienta dudas, conservamos la posibilidad de un sincero retorno a Dios. Dos llamas ardían separadamente en el Tabernáculo, adonde los judíos acudían a traer sus sacrificios a Dios: el Ner Tamid (luz perpetua) y Esh Tamid (llama perpetua). Es digno de notar que ambos fuegos ardían continuamente. Esto nos está señalando que siempre debemos actuar de acuerdo a los deseos de Di-s y ser consistentes en nuestra observancia. No podemos ser devotos solamente en Iom Kipur (Día del Perdón) o en el día del iorzait (aniversario de fallecimiento de alguna persona), sino que debemos serlo todos los días del año. No podemos hacer de lo religioso una cuestión de conveniencia. Nuestra religiosidad debe brillar a toda hora, como el fuego del Tabernáculo. La santidad del Shabat aparece nuevamente subrayada en el relato de la preparación del Mishkán, ya que la Torá decreta que el Shabat no puede ser violado ni siquiera por una causa tan sagrada como la construcción de la Casa de Hashem. Aún antes de que Bnei Israel recibiera los Diez Mandamientos en el Monte Sinaí, se les ordenó abstenerse de recolectar y hornear el maná en el día que Moshé consideró como “un descanso solemne, un Shabat de devoción a Hashem”. El Shabat rememora no solamente la Creación del mundo sino también el Éxodo de Egipto. Fuente: libro “Ayer, Hoy y Siempre”.
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