Parashat “Noaj” Autor: Dra. Débora Waisman

Parashat “Noaj” Autor: Dra. Débora Waisman* Interpretación y comentario Dra. Débora Waisman* Hacia el final de la parashá “Noaj” (Génesis 11:1-9), aparece el relato un tanto misterioso de la construcción de la torre de Babel. A pesar de que los conceptos de “pecado” y “castigo” no están explícitos en el texto, queda claro que Dios no estaba a favor de este emprendimiento. Y con seguridad, una tradición posterior vio este relato como típico ejemplo de pecado. Encontramos en la Mishná, Sanhedrín 10:3, que está escrito: “La generación de la torre de Babel no tiene lugar en el otro mundo”. Muchos comentaristas e intérpretes propusieron varias posibilidades sobre cuál podría haber sido el pecado de los constructores de la torre. ¿Acaso era la concentración o la unión? ¿O quizás el intento de parecerse a Dios? ¿O quizás fue el “hybris”, el orgullo humano exagerado? ¿O acaso era un tipo de revolución contra El Santo Bendito Sea? Un conocido midrash que se encuentra en Pirkei de rabí Eliezer, capítulo 2, dice: “Y escalones tenía hacia el Este y hacia el Oeste. Los que subían los ladrillos, lo hacían por el lado Este y los que descendían, lo hacían por el lado Oeste. Si caía una persona y moría, no le prestaban atención; pero si caía un ladrillo, se sentaban, lloraban y decían: `¡Ay de nosotros! ¡Cuándo van a subir otro en su lugar!”' Si volvemos al texto bíblico, vamos a notar que hay una palabra que a veces falta en el análisis. El versículo 4 dice: “Vamos a construir para nosotros una ciudad y una torre”. En la construcción de la ciudad de Babel, el materialismo tomó el lugar del humanismo. Quien sabe sobre literatura sociológica urbanista de finales del siglo XIX y principios del siglo XX, conoce muy bien el contraste existente entre la vida del campo y la vida de la ciudad. La ciudad era considerada por muchos sociólogos como el lugar de la alienación, de la falta de relaciones sociales entre las personas. Este contraste también es conocido en la literatura americana del siglo XX, especialmente entre autores como Mark Twain. ¿Será que la Biblia también ve a la ciudad como la raíz de todo mal? Con seguridad, en la Biblia hay descripciones no muy alentadoras de las ciudades, como por ejemplo Sodoma y Gomorra o Nínive. Esto puede ser consecuencia de que el constructor de la primera ciudad (Génesis 4:17) fue Caín, que también es conocido como el primer asesino. Sin embargo, ésta no es toda la historia. La ciudad de Jerusalem, por ejemplo, es llamada “La alegría de toda la tierra” (Salmo 48). En el Salmo 147, está escrito: “El constructor de Jerusalem es Dios”. Una gran e importante pregunta es cómo construir una ciudad que, al mismo tiempo, sea humana y que refleje la participación de Dios en su construcción. Estudio y análisis Rabino Dr. Alexander Even-Jen Profesor de Pensamiento Judío, Instituto Schechter de Estudios Judaicos Jerusalem “Porque dentro de siete días más, Yo haré llover sobre la tierra durante cuarenta días y cuarenta noches y borraré a toda la existencia que he creado de sobre la faz de la tierra” (Génesis 7:4). “Entró Moshé en medio de las nubes y subió a la montaña y permaneció Moshé en la montaña cuarenta días y cuarenta noches” (Éxodo 24:18). “Y él estuvo allí ante Adonai cuarenta días y cuarenta noches, pan no comió ni agua no bebió. Y escribió Él sobre las tablas las palabras del Pacto, los Diez Mandamientos” (Éxodo 34:28). 1- En todos estos versículos aparece el término “cuarenta días y cuarenta noches”. ¿Por qué? ¿Por qué justo “cuarenta”? ¿Por qué es importante indicar que se trata de “días” y de “noches”? 2- “Cuarenta días y cuarenta noches“ “limpiaron” las aguas del Diluvio a la humanidad pecadora. “Cuarenta días y cuarenta noches” ayunó Moshé antes de recibir la Torá. ¿Acaso el “Recibimiento de la Torá” es paralelo al “Diluvio“? ¿Acaso el “Recibimiento de la Torá” es la prueba del fracaso del “Diluvio? El “Diluvio“ debía “limpiar” a nuestro mundo, y fracasó. ¿Será que el “recibimiento de la Torá” tiene posibilidades de tener éxito? ¿El Dios de Israel es “optimista”? ¿Por qué después del fracaso del Diluvio se le da una nueva posibilidad al ser humano para corregir sus caminos? ¿No era más lógico terminar con todo? ¿Acaso el ayuno que hizo Moshé es la prueba de la causa del fracaso? ¿Acaso Moshé (la Torá) supone que el hecho de que el ser humano se rinde ante la codicia material es la causa del fracaso? Según vuestra opinión, ¿es esta idea correcta? ¿Será que el ascetismo es el camino? 3- Después del Diluvio, Noaj sale del arca y prepara una ofrenda para Dios. Dios dice: “Inhaló Adonai el grato aroma. Dijo Adonai a Sí mismo: `No habré de maldecir más a la tierra por causa del ser humano, ya que el impulso del corazón del ser humano es malo desde sus mocedades y no habré de destruir más a todo ser viviente, como hice'. Todos los días que la tierra perdure, siembra y siega, frío y calor, verano e invierno, día y noche, no habrán de cesar” (Génesis 8:21-22). ¿Será que aquí Dios reconoce el fracaso? ¿Acaso Dios entiende sólo ahora que sus espectativas eran exageradas? ¿Acaso Dios se equivoca? ¿Él no sabía todo esto desde el principio? “Todos los días que la tierra perdure, siembra y siega, frío y calor, verano e invierno, día y noche, no habrán de cesar”. ¿Acaso Dios “promete” no cambiar más las leyes de la Naturaleza? ¿Será que los “milagros” son el rompimiento de esa promesa? Editado por el Instituto Schechter de Estudios Judaicos, la Asamblea Rabínica de Israel, el Movimiento Conservador y la Unión Mundial de Sinagogas Conservadoras. Traducción: rabina Sandra Kochmann *Trabaja en Educación Judía y Diálogo Interreligioso a nivel local e internacional.
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