Postado por Jayme Fucs Bar em 21 de Julho de 2011 às 2:07am
Acampan en ciudades de Israel por una vivienda digna
Centenares de ciudadanos, principalmente jóvenes, indignados por la imposibilidad de encontrar una vivienda digna acampan en Tel Aviv y otras ciudades, en una protesta que parece fraguar un desafío social al sistema.
Lo que comenzó como una acción solidaria con una estudiante desalojada de su apartamento para que el edificio fuera sometido a obras de rehabilitación, se ha convertido en una larga hilera de tiendas de campaña en el céntrico Bulevar Rothschild de Tel Aviv.
Los manifestantes han comenzado a organizarse, celebran asambleas y ponen en común ideas que van más allá de la problemática de la vivienda, aunque los organizadores insisten en que ese es el punto de partida.
"El tema de la vivienda es sólo una parte, los políticos se han distanciado del pueblo y queremos que el pueblo recupere el poder", explica junto a la principal lona asamblearia Amit Adler, escritor y guionista, y uno de los promotores de la iniciativa.
Iniciada el pasado jueves, la protesta ya se ha extendido a ciudades como Haifa y Kiriat Shmoná (norte), Beersheba (sur), Jerusalén o a la región de Sharón, al norte de Tel Aviv.
Las concentraciones están integradas por jóvenes universitarios y sobre todo por individuos de clase media que se consideran "nuevos pobres", muchos de ellos profesionales cualificados, con trabajo y salarios decentes, pero que no pueden adquirir una vivienda en urbes como Tel Aviv o Jerusalén, donde los precios se han disparado en los últimos tres años.
Las razones son variadas, pero probablemente una de ellas es que extranjeros de origen judío y no residentes en el país adquieren viviendas en Israel que sólo visitan una vez al año, bien como una inversión emocional en Tierra Santa o como garantía.
Estos propietarios, no sólo tienen un poder adquisitivo muy superior al israelí promedio, sino que cuentan con exenciones fiscales y no tienen obligaciones cívicas como las que deben cumplir los propietarios locales.
Pese a los compromisos del Gobierno de relanzar la construcción de viviendas para jóvenes parejas, la realidad en la cuestión inmobiliaria sigue estando marcada por la
voracidad de un mercado en el que se construyen pisos de lujo que el ciudadano de a pie no puede afrontar.
Según diversas estadísticas, en Israel también se pagan los precios más caros del mundo en comida, comunicaciones y otros artículos, situación que recientemente originó una campaña de boicot al queso cottage (requesón), producto básico que había registrado un incremento desorbitado de su precio.
Otra causa es la compra de viviendas por parte de acaudalados empresarios como inversión para sus hijos en el futuro y que permanecen vacíos.
Estadísticas del año pasado reflejan que un tercio de los apartamentos que cambiaron de manos en Israel fueron comprados como inversión.
Además, el parqué inmobiliario para el alquiler está formado por pisos viejos, mal conservados a lo que se suman contratos cortoplacistas sometidos a pronunciadas subidas anuales.
Es el caso de Stav Shapir, una de las pioneras de la campaña en Tel Aviv y que en el último año tuvo que mudarse de apartamento en dos ocasiones.
"Cuando vi el caso de Dafni, la chica que originó la campaña, no lo dudé un minuto y al día siguiente ya estaba formando parte del nuevo movimiento", refiere.
Esta joven explica cómo la protesta se expandió rápidamente por las redes sociales, y destaca que el movimiento español 15-M han remitido a la organización un vídeo solidario, acogido con entusiasmo por los acampados (www.youtube.com/watch?v=h9lnrZdyZRc&feature=player_embedded).
Shapir junto con otros representantes de la plataforma visitó el Parlamento (Kneset), donde pudo explicar su situación a los diputados, algunos de los cuales se han acercado a la zona de acampada.
El primer ministro, Biniamín Netanyahu, reconoció la dificultad de los jóvenes para encontrar piso.
"El Gobierno está haciendo cosas para tratar de resolver esta enfermedad que nos afecta durante años", manifestó Netanyahu.
Pero sus palabras no convencen a David Alexander, informático, con empleo y miembro de la plataforma de Tel Aviv: "La gente está harta de los gobiernos que nos prometen cosas y no hacen nada. Queremos lograr un cambio absoluto y no solamente en asuntos como vivienda y alquileres". EFE y Aurora
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