Esto no es nuevo. Cerca de la Estación de Investigación del Desierto en Be’er Sheva hay una granja cultivada por los nabateanos, los primeros granjeros del desierto. Con el uso de terrazas sofisticadas, cada gota de agua que cae fue recogida y dirigida a los campos y huertas.
Luego de 2000 años, hoy en día Israel produce más de dos tercios de sus requerimientos alimenticios. Las exportaciones de agricultura valen más de dos billones de dólares, más de la mitad de lo que es una producción fresca.
Nadie necesita recordar que la imagen externa de Israel es dominada por escenarios de conflicto y percepción de injusticia. Perdido en su marco es cómo Israel ha estado desarrollando su economía.
En agricultura, por ejemplo, ha usado tecnología para reducir el uso del agua y aumentar su producción, y también ha utilizado cultivos de mayor rendimiento para aumentar tanto los volúmenes como los valores financieros de ventas. Los sistemas de irrigación computarizados de goteo y de alimentación directa son la norma.
Esto está muy lejos de 1948 cuando nadie le daba al estado judío independiente una oportunidad.
A pensar del rápido crecimiento de la población (ahora de más de 7.5 millones), los israelíes tienen un ingreso per cápita de $29.600, lo que los ubica en los top 30 mundiales, entre España e Italia.
A pesar de que depende de importaciones de casi toda su materia prima, desde petróleo hasta diamantes, Israel se ha convertido en un eje global industrial. Es líder mundial en el pulido y corte de diamantes, alimentos procesados, equipos electrónicos y médicos, y, más recientemente, software, semi-conductores y telecomunicaciones. Luego de Estados Unidos, tiene más compañías listadas en el Nasdaq que cualquier otro país.
No hay ninguna explicación del éxito de Israel, a pesar de que alto en la lista se encuentra el compromiso a la investigación y el desarrollo. Sus detractores, sin embargo, citan rutinariamente la asistencia americana como la principal razón. La mayor parte de los $3 billones que recibe anualmente de Washington son gastados en equipos militares.
Dicho eso, tampoco puede haber duda de que la dimensión militar ha sido vital en el escenario israelí, especialmente en la medida en que la mentalidad que engendró una robusta contabilidad en toda la sociedad, en el pensamiento de largo plazo y una resolución de problemas del ethos.
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