El primer ministro, Biniamín Netanyahu, rechazó vehementemente las declaraciones hechas por el ministro de Asuntos Religiosos, David Azulay -del partido ultra ortodoxo sefaradí Shas-, quien expresó a la Radio del Ejército (Galei Tzáhal) que “hay un problema” con los judíos reformistas: “mientras los judíos reformistas dejen de seguir la religión de Israel… no puedo decir que esas personas sean judías”.
Azulay sotuvo que los judíos reformistas “son judíos que han errado el camino” y que estaría dispuesto a aceptarlos “con amor” si eligen regresar al “marco judío”.
Netanyahu subrayó que las declaraciones del ministro de Asuntos Religiosos son “hirientes” y que “no reflejan la posición del gobierno”.
Netanyahu puntualizó que habló con Azulay “para recordarle que Israel es el hogar de todos los judíos y que el ministro de Asuntos Religiosos debe servir a todos los ciudadanos de Israel”.
Los comentarios de Azulay habían surgido luego que el Gabinete resolviera revertir una iniciativa
destinada a facilitar el proceso de conversión al judaísmo. La medida tomada por el gobierno constituye un golpe al intento del gobierno anterior de romper el monopolio ultra ortodoxo en Israel y hacer un judaísmo más inclusivo.
El rabino Rick Jacobs, presidente de la Unión para la Reforma del Judaísmo, también respondió a los comentarios de Azulay, señalando que "sería una cosa si el punto de vista ignorante y miope del ministro Azoulay sobre el judaísmo reformista no fuera más que sus propias divagaciones semi incoherentes. El verdadero peligro es que ahora está sentado en el Gabinete, y está en una posición en la que puede convertir esos puntos de visita en políticas gubernamentales".
Jacobs elogió la respuesta de Netanyahu, pero añadió que la Unión para la Reforma del Judaísmo está indicando que "podría llegar pronto el tiempo, en el que [Netanyahu] se vea obligado a dejar en claro que el ministro Azulay ha perdido su derecho a ser miembro del gobierno".
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