Postado por Jayme Fucs Bar em 21 de Janeiro de 2011 às 12:03am
Parashat “Itró” Autor: Eitan Cooper*
Interpretación y comentario
En los años 60, el pensador canadiense Marshall McLuhan escribió que, por naturaleza, los medios masivos de comunicación traen consigo un mensaje propio, diferente y por lo general-, más fuerte que la información que ellos deberían transmitir. Actualmente, este fenómeno es conocido por todos. Por ejemplo, el contenido del relato de una nota en la televisión sobre un crimen escalofriante es menos importante que el clima de horror que generan las imágenes de la nota en el público televidente. La famosa frase de McLuhan “El medio es el mensaje” es tan conocida que parecería obvia.
Me parece que en la voluntad de nuestros Sabios por establecer el carácter de la Revelación Divina, hay un intento de marcar un punto parecido: La verdadera experiencia religiosa debe ser directa y sin intermediarios. Lo que nos enseñan nuestros Sabios en la Hagadá de Pesaj: Que Dios nos sacó de Egipto “no por medio de un ángel, ni por medio de un intermediario, ni por medio de un enviado...”, también aparece como una tendencia central en los comentarios sobre la entrega de la Torá en el Monte Sinai.
“Cuando quiso el Santo Bendito Sea entregar los Diez Mandamientos, Moshé estaba parado a su lado. Dijo el Santo Bendito Sea: “Yo me voy a revelar ante ellos desde los cielos y diré: “Yo Soy Adonai, tu Dios”“. Ellos dirán: “¿Quién lo dijo? ¿El Santo Bendito Sea o Moshé?”. Entonces, primero Moshé descenderá y después Yo diré: “Yo Soy Adonai, tu Dios”. Así dijo el Santo Bendito Sea a Moshé: “Vé hacia el pueblo y prepáralos (santifícalos) hoy y mañana, y laven sus vestimentas”. Moshé le dijo: “Ya están santificados. Como está escrito: “Pues Tú nos has advertido, diciendo: Delimita la montaña y declárala sagrada”. Dios le dijo: “Desciende y sube tú y tu hermano Aarón contigo”. Cuando Moshé descendió, el Santo Bendito Sea se Reveló, como está escrito: “Y descendió Moshé hacia el pueblo”, y después, “Y dijo Elohim...”“.
El Santo Bendito Sea no dejó dudas sobre la Fuente del mensaje. Aunque las palabras “Yo Soy Adonai, tu Dios” fueron transmitidas mediante un medio de comunicación (en este caso Moshé), había cierto riesgo de que los que las escuchaban pudieran atribuirlas a Moshé o a Aarón, en lugar de al mismo Dios.
El poder de la comunicación sin intermediarios con Dios se encuentra, en consecuencia, en Su fuerte posición personal. Otros midrashim describen esta idea: “El Santo Bendito Sea Apareció ante ellos como un ícono (imagen) que tiene rostros hacia cada lado y, si mil personas Lo miraban, Él miraba a todos. Así, cuando el Santo Bendito Sea Hablaba, cada persona de Israel decía: “Está hablando conmigo”. No está escrito “Yo Soy Adonai vuestro Dios”, sino, “tu Dios”. ¿Por qué? Porque Él Hablaba con cada uno, según el orden en el que estaban parados alrededor del Monte...Y no sorprende, porque el maná tenía el sabor que cada uno quería; y si con el maná era así...¡aún más con las palabras!”
Cada uno que vio a Dios, vio que Dios lo miraba directamente. Así, cada uno recibió el mensaje de cierta manera que le permitió vivenciar una experiencia religiosa personal. El midrash describe así la experiencia de lo oído en el Monte Sinai: ““¿Acaso ha oído pueblo alguno la voz de Dios?” ¿De qué manera? Si hubiera estado escrito “la Voz de Adonai y Su poder”, su mensaje no se habría conservado; sino que está escrito “la Voz de Adonai en el poder (capacidad)”, en la capacidad de cada uno: en los jóvenes según su capacidad, en los ancianos según su capacidad, en los niños según su capacidad”.
En estos dos midrashim, nuestros Sabios pusieron especial atención en el lenguaje en número singular de los Diez Mandamientos. A pesar de que todo el pueblo de Israel estaba de pie junto al Monte Sinai, Dios se Reveló a cada uno por separado, como si cada uno estuviera allí solo. ¿Por qué no fueron dichos los Mandamientos en plural: “Yo Soy Adonai vuestro Dios”? ¡Si Dios Habló con todo el pueblo de Israel en el Monte Sinai y todos lo presenciaron! Pero, aparentemente, ¡no todos presenciaron la misma cosa! Todos escucharon, ¡pero no oyeron la misma cosa!. Sino que Dios Habló con cada uno de manera personal, según sus propias características. Así es el milagro de la Creación: el hecho de que todos somos diferentes unos de otros se expresa en la Revelación del Creador a nosotros en el Monte Sinai.
Las palabras que fueron escuchadas en el Monte Sinai por primera vez hace más de tres mil años, son captadas hasta el día de hoy por cada uno de nosotros de manera directa, según nuestras características personales y nuestra capacidad de comprensión. Cada uno de nosotros debe interpretarlas e incorporar sus enseñanzas, para poder concretar su misión como judío. No debemos olvidar que en el corazón del Judaísmo existe una experiencia personal profunda. La Torá nos fue dada sin intermediarios, por eso cada uno de nosotros, de manera personal- tiene la responsabilidad de cumplirla.
* Vice-Presidente de Desarrollo del Instituto Schechter de Estudios Judaicos, Jerusalén
Editado por el Instituto Schechter de Estudios Judaicos, Asamblea Rabínica de Israel, Movimiento Conservador y Unión Mundial de Sinagogas Conservadoras.
Traducción: Rabina Sandra Kochmann
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