Postado por Jayme Fucs Bar em 13 de Março de 2010 às 8:00pm
Parashat “Vaiakhel-Pekudei” Autor: Rabino Jacov Chinitz
Interpretación y comentario
“Tomad de vosotros ofrenda ante Adonai. Todo generoso de corazón la habrá de traer, a la ofrenda de Adonai. Oro y plata y cobre” (Éxodo 35:5).
La construcción del Tabernáculo dependía de la colaboración de muchos voluntarios y del aporte de muchos donantes. Al final, gracias a la gran cantidad de donaciones, Moshé tuvo que declarar: “Todo hombre o mujer no hagan más trabajo para la ofrenda del Santuario” (Éxo-do 36:6).
Pero también podemos leer una advertencia entre líneas: el donante debía traer su aporte por sí mismo, y no podía delegar la entrega de su donación a la congregación o a Dios. El noble de corazón tenía la obligación de culminar el trabajo de traer su aporte.
Pero, a decir verdad, de cualquier manera, todo pertenece a Dios, como está escrito: “De Dios es la tierra y todo lo que ella contiene” (Salmos 24:1). Al final, si no damos, Dios puede tomar lo nuestro, pero Él prefiere que lo donemos por nuestra propia voluntad.
La economía judía religiosa no confía en el voluntarismo. En efecto, la ofrenda al Tabernáculo se describe como una donación de corazón, pero la Halajá (la Ley Judía) no ve el hecho de dar tzedaká (ayuda social) como una opción, sino como una obligación. Hasta la cantidad a ser donada es una mitzvá, un precepto: no menos de un décimo y no más de un quinto de los ingresos de una persona.
Además de dar tzedaká en general, -el décimo, que es la décima parte de la producción agrícola-, así como la entrega de otros presentes a los Cohanim y Leviim, y las ofrendas al Tabernáculo son determinadas según las posibilidades de cada persona: Cuanto más bienes la persona tenga, la décima parte de los mismos será mayor. El impuesto a las ganancias progresivo no se encuentra en la Halajá.
Además, encontramos una ofrenda unificada en forma de medio shékel, que no dependía para nada de la situación económica de la persona.
Cada miembro de la sociedad -pobre o rico- debía ser contado mediante la entrega del medio shékel.
Más de una vez fueron criticados los sistemas de donación de las organizaciones como la Magbit (Campaña Judía), por el hecho de usar la presión social, hasta el punto de publicar los nombres de los donantes y la cantidad de sus aportes. Recuerdo un Congreso en la ciudad de Filadelfia, en los Estados Unidos, donde la Dra. Trude Weiss-Rosmarin z”l dio un discurso. Uno de los presentes preguntó: “¿Se nos puede obligar a donar a la Magbit?” La Dra. Rosmarin respondió que la donación es voluntaria. Entonces me levanté y di mi opinión que se oponía a la de ella. Si bien es cierto que en nuestros días es aceptable que la cantidad de la donación sea voluntaria, el hecho de donar no es una opción, sino una obligación que se debe imponer.
Si no damos de nuestros bienes, éstos van a ser tomados de nosotros. Si damos a nuestros herederos y ellos no donan, la herencia será tomada de sus manos. Nuestros bienes no son de nuestra posesión, sino que son entregados en nuestras manos sólo para que los cuidemos.
Estudio y análisis
Rabino Dr. Alexander Even-Jen
Profesor de Pensamiento Judío, Instituto Schechter de Estudios Judaicos, Jerusalén.
La Torá insinúa acerca de la relación entre el Tabernáculo y el Becerro de Oro utilizando el término “vaiakhe-l” “y congregó”, en dos casos:
“Y habiendo visto el pueblo que tardaba Moshé en descender de la montaña, se congregó el pueblo contra Aarón y le dijeron: Levántate, haznos `Elohim' que vaya delante de nosotros, porque a éste, Moshé, el hombre que nos hizo ascender desde la tierra de Egipto, no sabemos qué le ha ocurrido” (Éxodo 32:1).
“Y congregó Moshé a toda la Asamblea de los hijos de Israel y les dijo a ellos: Éstas son las cosas que ha prescripto Adonai para hacerlas” (Éxodo 35:1).
Maimónides argumenta que el término “Elohim” tiene varios significados: “Todo hebreo sabe que el nombre `Elohim' se aplica tanto a Dios como a los ángeles y a los jueces líderes de los Estados” (“Guía de los Perplejos”, Primera Parte, Capítulo 2). Es decir, cuando el pueblo de Israel pide a Aarón - “haznos Elohim”- “la intención es que les haga un `líder', o `juez' o `ángel' o `dioses”' (alguna imagen divina). Según lo escrito en el versículo y según vuestra opinión, ¿cuál es el sentido del término “Elohim”?
¿Se justifica el pedido del pueblo? ¿Sería la construcción del Tabernáculo como un pacto de conciliación con la realidad? Antes de la presentación de las instrucciones divinas para la construcción del Tabernáculo, Mo- shé dice:
“Seis días se habrá de hacer trabajo, más el día séptimo será para vosotros consagrado Shabat, día de descanso ante Adonai. Todo el que hiciere en él trabajo habrá de ser muerto. No encenderéis fuego dondequiera que habitaréis, en el día de Shabat” (Éxodo 35:2-3).
Si ya en los Diez Mandamientos le fue transmitida al pueblo la obligación de observar el Shabat, ¿por qué hay necesidad de recordar de nuevo las instrucciones relacionadas con el Shabat?
Es de suponer que el pueblo con el que habla Moshé se encuentra en una situación emocional difícil. Después del pecado del Becerro de Oro, muchos fueron “condenados a muerte”. Al pueblo le fue exigido purificarse a sí mismo mediante la muerte de los pecadores: “Les dijo: Así ha dicho Adonai, el Dios de Israel. Poned cada hombre su espada sobre su muslo, pasad y volved, de puerta en puerta en el campamento y matad hombre a su hermano, hombre a su prójimo, y hombre a su pariente”. (Éxodo 32:27).
¿Por qué Moshé ve como correcto transmitir justamente las leyes del Shabat a un pueblo que se supone que aún necesita recuperarse de la pérdida de sus parientes?
Editado por el Instituto Schechter de Estudios Judaicos, la Asamblea Rabínica de Israel, el Movimiento Conservador y la Unión Mundial de Sinagogas Conservadoras.
Traducción: rabina Sandra Kochmann.
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