Interpretación y comentario
La parashá “Vaikrá” trata sobre los sacrificios; sacrificios que en la mayoría de nosotros despiertan rechazo. Este rechazo no nos permite estudiar el tema de los sacrificios de manera detallada; detalles que nos enseñan mucho sobre ceremonias. De hecho, la parashá “Vaikrá” es la primera que describe de manera ordenada los requisitos que debe cumplir quien desea acercarse a Dios. Y es en este sentido que esta parashá se constituye en la base de la estructuración de ceremonias en general y de ceremonias religiosas en particular.
La parashá comienza con la descripción de los sacrificios “olá” y “minjá”, que indican la manera de ofrendar sacrificios a Dios. Está determinado que esta ceremonia exige la elección del animal adecuado y sin defectos, que también debe ser del género considerado “correcto” según el discurso bíblico: macho.
Posteriormente, exige presentarse en un lugar sagrado la entrada de la Tienda de Reunión- y ofrecer el sacrificio para Dios. La ceremonia de ofrenda en sí misma incluye colocar las manos sobre la cabeza del sacrificio, lo que representa la ceremonia de expiación. Después de ello, la persona mata al animal que va a ofrendar y el Cohén derrama la sangre del mismo sobre el altar, le saca el cuero, lo corta en partes y lo quema sobre el altar. Veremos que esta ceremonia constituye, de hecho, la base de la ceremonia de contacto con Dios.
Aprendemos que la ceremonia exige el uso de materiales adecuados; debe ser realizada en un lugar destinado al encuentro con Dios (la Tienda de Reunión); la esencia de la ceremonia es siempre la expiación de pecados, también en caso de que no haya sido destinado específicamente para ello; y la misma está compuesta de cuatro partes centrales: la colocación de las manos, la matanza, el derramamiento de la sangre sobre el altar y la quema de toda la ofrenda.
El sacrificio tiene dos niveles: la ofrenda a Dios y el hecho de representar a la persona que se acerca a Dios. La entrega de la ofrenda nos demuestra la necesidad de dar una ofrenda que viene de un lugar personal, en una acción de entrega que incluye el toque de manos entre el que ofrece, que se desprende de lo que posee y lo pasa de manera completa y definitiva a quien lo recibe. La persona es representada en el acto en que coloca las manos sobre el animal, momento en el que estaría trasnfiriéndose a sí misma al animal. En la matanza, sería como si la persona se separara de una parte de sí misma y arrojara su alma frente a Dios (la sangre). Así culmina la ofrenda de sí misma a Dios.
Consecuentemente, vemos aquí que para acercarse a Dios se necesita un lugar sagrado, elegir una ofrenda adecuada, estar presente en el encuentro y entregar totalmente su “yo” a Dios. Algo nuevo que podemos aprender de aquí es la suposición de que antes del “encuentro” con Dios, el ser humano debe examinarse a sí mismo. Los sacrificios reflejan el arrepentimiento por el “pecado” y el sacrificio expresa ese arrepentimiento. La manera de expiar los pecados es la disposición de entregar el alma a Dios y sólo después, el cuerpo.
Es así que de aquí surge que en el encuentro con Dios en el rezo, hay necesidad de un lugar sagrado y de la disposición para la entrega; una entrega, en primer lugar, de la carga espiritual y de su desmantelamiento gota a gota delante de Dios. Después de ello, se necesita la disposición de entregar el cuerpo y la acción cotidiana para liberarse del pecado. Esta lectura nos muestra que también en nuestro mundo, -ocupado y preocupado por la búsqueda del camino correcto y relevante para el encuentro con Dios-, hay lugar para el análisis detallado de la ceremonia de la ofrenda de sacrificios y para adoptar de la misma algunos principios para nuestras propias vidas.
Estudio y análisis
Rabino Dr. Alexander Even-Jen
Profesor de Pensamiento Judío, Instituto Schechter de Estudios Judaicos Jerusalem
“Una persona, cuando incurriere en pecado oyendo conjuro, siendo testigo o vio o tuvo conocimiento, si no declarare, cargará con su iniquidad”. (Levítico 5:1)
¿Por qué? ¿Acaso no dar testimonio es un crimen? ¿Es obligatorio atestiguar en todo tipo de crimen? ¿Robo? ¿Asesinato?
¿Es este versículo “correcto” para crímenes “futuros”, los cuales el “testimonio” podría evitar? ¿O es para crímenes que ya fueron cometidos?
“No declarare”, ¿a quién? Y si no “declara” porque intentó por sus propios medios evitar el crimen, ¿es una transgresión?
Y si “no declara” porque supone que no se trata de un crimen, ¿es también un pecado?
Y si “no declara” porque el “crimen” se cometió hace 30 años, ¿es una transgresión?
¿Y si “no declara” porque piensa que “los gobernantes” no van a entenderlo?
Y si “no declara” porque, según su entender, no se trata de una transgresión “grave” y por su relación cercana con “el acusado” sabe que el mismo siente un profundo arrepentimiento y no volverá a realizar la misma acción, ¿es también una transgresión?
“Rabi Elimelej dijo: Tengo asegurado un lugar en el mundo venidero. Cuando me presente ante el Tribunal Celestial me van a preguntar: -¿Te ocupaste de la Torá y de los preceptos? Diré: -No.
Después me preguntarán: -¿Rezaste como fue ordenado? De nuevo responderé: - No.
¿Hiciste buenas acciones como fue ordenado? Y tampoco esta vez podré dar una respuesta diferente.
Enseguida dirán el veredicto: - Tú dices la verdad. Por decir la verdad, te mereces tener un lugar en el mundo venidero”. (Martín Buber, “Or haganuz”, pp.233).
1- ¿Será que en el Tribunal Terrenal hubieran actuado de la misma manera?
* Comunidad Maayanot, Jerusalem
Editado por el Instituto Schechter de Estudios Judaicos, Asamblea Rabínica de Israel, Movimiento Conservador y Unión Mundial de Sinagogas Conservadoras.
Traducción: Rabina Sandra Kochmann.
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