Entre la oralidad y la escritura
Por: Leonardo Cohen
Cada cultura posee sus textos privilegiados. Éstos pueden ser textos que pertenecen al canon sagrado, mas no solamente. Puede tratarse, también, de textos que tienen un lugar y un tiempo específico en los cuales son leídos; textos que son frecuentados por casi todos los miembros de la comunidad; en síntesis, textos cuya reproducción se lleva a cabo de acuerdo con normas bien específicas y que contribuyen de manera central al desarrollo de la identidad cultural y la solidaridad entre los miembros de una comunidad religiosa o cultural.
En la cultura judía tradicional, la existencia de textos privilegiados es bien evidente. El Talmud y el libro de plegarias lo han sido por siglos. Pero también lo ha sido la Hagadá de Pésaj, constituyéndose con toda probabilidad en uno de los textos más populares de la literatura religiosa judía. Por su parte, la cultura judía moderna, en todas sus variantes, no retiró este lugar de honor a la Hagadá, a pesar de las modificaciones y la resignificación que parte del texto tradicional ha sufrido. Así pues, el judaísmo moderno ha conservado la Hagadá de Pésaj como texto privilegiado y sigue otorgándole un lugar especial a la cena en la que la Hagadá es leída.
Se puede decir que en Pésaj el pueblo judío festeja el aniversario de su nacimiento. No se trata de una cuestión científico-histórica sino de un fenómeno de la conciencia. El pueblo hebreo se conformó como tal en el desierto y llegó posteriormente a la Tierra de Israel. Pasó de ser un conglomerado de esclavos a ser un pueblo en libertad. En el primer día de la fiesta de Pésaj, se lleva a cabo el conocido Séder (Orden) de Pésaj, la cena durante la cual se narra y explica el éxodo de Egipto. El ritual se llama Séder porque sigue un orden específico y su núcleo consiste en la lectura del libro de la Hagadá.
La Hagadá de Pésaj es, pues, el libro en el que se compilaron todos los textos que se leen en la noche del Séder. Este libro se fue constituyendo a lo largo de diversas generaciones, capa sobre capa, y es por ello que no acusa una continuidad de contenido, a pesar de que hay ciertas ideas que funcionan como hilos conductores a lo largo del texto.
En sus diversas formas, la Hagadá se deriva de la interacción de la oralidad con la escritura. Algunas de sus partes esenciales figuran en el Talmud como lo son el Ma Nishtaná (Las Cuatro Preguntas) contenidas en el tratado de Pésajim 114-116 y el midrash de Rabí Gamliel sobre los cuatro hijos, así como la obligación del padre de familia de relatar la historia del éxodo de Egipto. No obstante los textos que la componen y el carácter definitivo que una parte de ellos alcanzaron en todas las hagadot tradicionales y no tradicionales también, la Hagadá de Pésaj y, el Séder mismo dejan un espacio de honor a la oralidad como forma de transmitir el mensaje. Por ejemplo, se le encomienda al padre de familia contar la historia de Pésaj, pero éste puede hacerlo con sus propias palabras.
En el judaísmo, al igual que en otras religiones, la palabra oral es parte de la vida ritual. Aun y cuando se trate de las religiones mundiales, apoyadas básicamente en los textos, la oralidad puede seguir cumpliendo una función de primer orden. La Hagadá se lee pues, en voz alta y se insertan comentarios de los participantes que complementan al texto leído. Esta dinámica entre lo escrito y lo oral permitió que la Hagadá siguiera ocupando su lugar central en el rito y que, a su vez, soportase cambios y transformaciones, sin dejar de cumplir la función de aglutinar a la comunidad o a la familia en torno a una cena, y a su vez comunicar la historia del éxodo de Egipto, la historia de la transición del pueblo de la esclavitud hacia la libertad.
Las Hagadot no tradicionales: el ejemplo de las Hagadot kibutzianas
Es extraordinaria la riqueza de Hagadot producidas durante el último siglo. Al seleccionar el tema "Hagadot de Pésaj" en la computadora de la biblioteca nacional de Jerusalem, cualquiera puede sorprenderse de la cantidad de hagadot que pueden hallarse, producto, todas ellas, de la creatividad y la capacidad innovadora de distintos grupos de judíos a lo largo del siglo XX. Bajo el subtítulo de "Hagadot no tradicionales" pueden encontrarse poco más de quinientas. En diferentes ciudades y sobre todo kibutzim de Israel fueron creadas estas hagadot, cada una con sus variantes, con sus propias correcciones, sus canciones preferidas, constituyendo todas ellas en conjunto, una tradición que por sí misma ha persistido por décadas.
A partir de los años veinte fueron compuestas diferentes hagadot en los kibutzim, que expresaban las ideas del sionismo pionero del movimiento kibutziano. Al principio cada kibutz creó la suya propia y posteriormente aparecieron las hagadot comunes de los grandes movimientos kibutzianos. Destaca entre ellas la Hagadá de Yehuda Sharet que viera la luz en el kibutz Yagur en 1936 y que influyó de manera contundente sobre las hagadot que aparecieron a continuación. En esta hagadá, (que se convertiría en la "Hagadá del Movimiento Kibutziano Unificado de 1985") se distingue una aproximación hacia el modelo de la hagadá tradicional pero sin abandonar los temas básicos en los que los kibutzim procuraron innovar. Éstos pueden resumirse en tres puntos:
- El movimiento kibutziano acentúa el mensaje nacional y sionista del éxodo de Egipto y continúa la historia más allá de la salida misma hasta la entrada en la Tierra de Israel. De esta manera, retorna al significado bíblico del éxodo de Egipto y lo inserta en la realidad actual de la vuelta del pueblo judío a su tierra, después de creado el Estado de Israel.
- La Hagadá kibutziana cita versículos bíblicos relativos al éxodo de Egipto y con ello cumple con el precepto de "contar" la salida de Egipto la noche del Séder (La Hagadá tradicional no relata la historia en su totalidad y deja al padre de familia la posibilidad de completarla de forma oral con sus propias palabras.). La Hagadá kibutziana devuelve a la historia los personajes de Moisés y el faraón, ausentes en la Hagadá tradicional.
- La Hagadá kibutziana incluye el significado de Pésaj como fiesta de la primavera en la naturaleza, otorgándole a la festividad un significado no sólo histórico y nacional sino también agrícola.
Diferentes movimientos religiosos
También los movimientos religiosos no ortodoxos del judaísmo elaboraron sus propias Hagadot. En su voluntad por adaptar el judaísmo a la modernidad, el movimiento reformista en Estados Unidos publicó en 1908 The Union Haggadah: Home Service for the Passover Eve. Esta Hagadá ofrece, también, significativas correcciones y agregados, enfatizando, notoriamente, el concepto reformista de la "Misión de Israel". De acuerdo con esta doctrina, los judíos habían sido diseminados por el mundo con el fin de cumplir la misión universal de predicar el profetismo moral en los cuatro rincones de la Tierra. Este concepto permitía legitimar la existencia en la diáspora de los judíos reformistas. La centralidad de las Cuatro Preguntas en esta hagadá es sustituida por una pregunta que dice: ¿Cuál es la característica esencial de este Séder? Y la respuesta es: "el liberado se convirtió en liberador al ser Israel nominado para difundir la religión a toda la humanidad." Ésta es, pura y simplemente, la idea de misión del judaísmo reformista.
Los reconstruccionistas publicaron por su parte, en 1941, su primera Hagadá de Pésaj. Se trata de la New Haggadah for the Pesach Seder (Nueva Hagadá para el Séder de Pésaj), con una decidida inclinación humanista. La Hagadá de los reconstruccionistas suprimió pasajes que denotaban conflicto con los modernos ideales éticos. Un ejemplo de ello es la invocación de la venganza divina en contra de los enemigos de Israel. Otros símbolos como la Matzá (el pan ácimo) adquirían también una resignificación en un sentido humanista: "Aprendamos a encontrar satisfacciones que no provengan de lujos sino de actos de asistencia y benevolencia. Probemos lo que es el hambre para traer igualdad y justicia a todos.
Los conservadores, en cambio, editaron su propia Hagadá recién en 1979. En la introducción de A Passover Haggadah, el editor sugiere que cada individuo cuente su propio éxodo "en el lenguaje que entendemos, con las metáforas que usamos y con el conocimiento que hemos adquirido". Sin embargo, a pesar de estas instrucciones, el texto, como tal, mantiene los elementos básicos de la Hagadá tradicional. Entre sus agregados se encuentra el siguiente: "La radical transformación de las condiciones y circunstancias de la vida judía, desde el Holocausto y hasta el establecimiento del Estado de Israel, deben ser reflejados en la Hagadá, para asegurar que cada generación pueda experimentar la realidad del éxodo de Egipto."
Permanencia y transformación
Por supuesto que en una religión apegada a una tradición escrita es más difícil modificar un texto que dejarlo intacto y reinterpretarlo oralmente. Pero el hecho de que la Hagadá de Pésaj no sea un texto con el peso canónico de la Biblia, la Mishná o el Talmud, ha permitido que diferentes generaciones oscilen entre cambiar o reinterpretar. En cualquier caso, los judíos de cada época procuran volver actual el mensaje de la festividad de Pésaj a través de la lectura de la Hagadá.
Las diferentes hagadot, con sus elementos permanentes y sus partes transformadas, son un reflejo de la experiencia, las aspiraciones y esperanzas de cada generación de judíos. El retorno a la Tierra de Israel, la misión del pueblo judío hacia el mundo, la memoria del Holocausto, la liberación de los judíos soviéticos, la redención de los oprimidos, son temas que, entre otros, ocuparon a los judíos a lo largo del siglo XX, y que reciben su lugar en las modernas hagadot de Pésaj o en los comentarios e interpretaciones que se llevan a cabo en torno a la mesa del Séder. También la tradición implica cambio y ninguna cultura podrá sobrevivir por largo tiempo congelándose como pieza de museo, decidiendo que las cosas deben permanecer tal y como han existido "siempre". Estos cambios podrán suceder a través de nuevas versiones orales que reinterpreten un texto escrito o, tal y como ocurre con la hagadá en varias de sus versiones, a través de modificaciones y agregados del texto mismo. En cualquiera de los casos, la hagadá conserva su centralidad en el rito judío del Séder de Pésaj.
Alguna vez el profesor Eliezer Schweid formuló esta idea con una sencilla frase: "la única innovación del judaísmo ultraortodoxo durante el último siglo, ha sido sostener que en el judaísmo no hay innovación."
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