Postado por Jayme Fucs Bar em 6 de Junho de 2011 às 5:50pm
Tu pueblo será mi pueblo y tu Dios será mi Dios”
Rut, una mujer moabita con trascendencia histórica Autor: Rajel Hendler
En el artículo que escribí y fue publicado en Aurora en vísperas de Pesaj, hice un recuento de las fiestas y celebraciones desde Pesaj hasta Jag Shavuot.
Recordaremos que después del segundo día de Pesaj, comienza a contarse el Omer, la unidad agraria de aquella época y siete semanas después se festeja Shavuot, la celebración de las Semanas, que festejaremos el próximo 8 de junio.
También se llama Jag Habicurim, Fiesta de las Primicias, día en que se traen los primeros frutos agrícolas al Templo; Jag Habicurim, se ofrecen mutuamente regalos de la naturaleza, frutos, flores, espigas; Jag Hakatzir, fiesta de la cosecha y el punto históricamente más trascendente, Jag Matán Torá: la relevación en el Monte Sinaí por Moisés de las Tablas de la Ley, los Diez Mandamientos, basamento moral y ético que recibieron y aceptaron los judíos, que rige a la civilización toda.
La tradición judía incluye el Libro de Rut en el conjunto de las cinco Meguilot, los Cinco Rollos que forman parte de los escritos Sagrados que son El Cantar de los Cantares, Rut, Lamentaciones, Eclesiastés y Esther. Rut se lee en Shavuot.
La Biblia es el libro que acompañó al pueblo judío en toda su trayectoria, en todas sus vivencias y experiencias, buenas y malas.
Según Heine es la Patria móvil de los judíos, base de moral y justicia y Moisés es nuestro máximo profeta por habernos dado los Diez Mandamientos, por lo cual Shavuot es Jag Matán Torá, cuando nos fue entregada la base de nuestra Biblia, en momentos en que su pueblo estaba por adorar el becerro de oro, y los salvó de la idolatría, de la conversión.
Creo que este ejemplo puede servirnos de moraleja en todos los tiempos y aún hoy.
Según se relata, Moisés se dirigió primero a las mujeres para ofrecerles los Diez Mandamientos. Muchos historiadores, investigadores de la época, se preguntaron por qué a las mujeres primero. Y otros les contestaron lo que uno de nuestros sabios explicó: “Si Dios hubiese prohibido a Eva comer del árbol del conocimiento, Adán no hubiera pecado y no habría sucesión....”.
Una vez asegurado el consentimiento femenino, Moisés se dirigió a todo el pueblo. Y le respondieron: “Haremos y cumpliremos”.
Casualidad o coincidencia, de una mujer se habla en la Meguilá de Shavuot, de Rut la moabita.
Este relato encantador recoge en forma novelada una antigua tradición referente a una no judía, en la época de los Jueces, que llegó a ser la bisabuela del rey David.
Rut, una mujer moabita, viuda de un judío, que por ser fiel a su suegra Noemí, la sigue a Judea y abraza su fe, la de su difunto esposo.
Allí se encuentra con Boaz, un campesino que trabaja su campo, la acoge y protege y finalmente la hace su esposa, después de cumplir con los trámites de una ley que regía ya
entonces llamada el Levirato, según la cual el pariente más cercano del difunto esposo tenía derecho de comprar para sí todos los campos que le habían pertenecido en este caso al marido fallecido de Rut, Elimelej; pero con la obligación, al mismo tiempo, de tomar como esposa a la viuda que aún no había tenido hijos con su marido, y el primer hijo que naciera sería considerado hijo y heredero del finado esposo de Rut.
Hubo un pariente de Elimelej pero que no aceptó la condición de casarse con Rut y por ello fue autorizado Boaz a hacerlo.
Esto es, en resumen, la ley del Levirato. Y de esta manera Rut entró a formar parte de la comunidad judía y de allí salió el linaje del rey David.
Rut, una mujer moabita, se convierte en una figura con trascendencia histórica y simbólica del judaísmo.
Este relato contiene un conmovedor ejemplo de piedad filial, al seguir Rut a su suegra, viuda, Noemí, quién a su vez insistió a sus dos nueras no judías: “Regresen hijas a vuestro pueblo; no me sigáis, ya soy vieja y nada puedo ofrecerles”. “Que el Señor tenga piedad de ustedes. Volved con vuestras madres y que tengáis un lugar tranquilo con vuestros futuros esposos....” Así habló Noemí, que regresaba a Judea, a Orpa y a Rut.
Orpa decidió quedarse y Rut exclamó: “Yo iré donde tu vayas y viviré donde tú vivas. Tu pueblo será mi pueblo y tu Dios será mi Dios. Y moriré donde tu mueras y allí seré enterrada. Que Dios me castigue si logra separarme de ti algo que no sea la muerte”. Este es el famoso monólogo de Rut, que así siguió junto a Noemí, y así caminaron las dos mujeres juntas hacia Beit Lejem, donde Rut encontró a Boaz, trabajó en su campo, en la cosecha; Boaz la cuida, la protege y la hace su esposa.
Rut, perteneciente a un pueblo extranjero, poco amigo del Pueblo Elegido, se convierte en el símbolo del que abandona los cultos paganos para adorar al Dios único, al Dios de Israel y llega a ser modelo de todas las virtudes por su lealtad filial y religiosa.
Según algunos comentaristas, el Libro de Rut es un testimonio a favor de la corriente universalista que comenzaba a levantarse en aquella época, que trataba de contrarrestar la tendencia conservadora, más cerrada, de mantenerse puros en las tradiciones del pueblo judío. Ello se manifiesta, según afirman, en las obras buenas de sus personajes, especialmente de Rut y Boaz y su descendencia que llega hasta el rey David.
Dijimos al comienzo, la novela de la Biblia, donde vence la lealtad y el amor, con un final feliz como en toda telenovela.
Son conceptos para pensar, analizar y sacar conclusiones personales. Esperemos que siempre triunfen el amor, la fraternidad y la lealtad. Así como nos cuenta la Meguilá, que así sea.
Jag Shavuot Sameaj
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